“La Madre Tierra es todo”

“La Madre Tierra es todo”

Las culturas indígenas son palabra autorizada cuando nos referimos al cuidado del medio ambiente. Carlos Cruz, cacique diaguita de la comunidad Cerro Pintado, en la localidad de Las Mojarras, Catamarca, habla de la relación con la naturaleza y de tantos derechos por los que su pueblo sigue luchando.

“Los pueblos indígenas hemos estado callados durante mucho tiempo, desde hace 500 años, y hoy por suerte las comunidades volvemos a tener voz y voto, o por lo menos podemos hacer gestiones frente al Estado para poder mejorar la calidad de vida, el reconocimiento de la historia de nuestros antepasados”, inicia la conversación Carlos Cruz con Ciudad Nueva.

–¿Cuáles son esos derechos que están recuperando?

–En primer lugar el derecho a la tierra, a vivir dignamente en nuestro territorio. Es lo primero que defendemos más allá de nuestra cultura, nuestra identidad, el derecho a la posición comunitaria. Tenemos muchos problemas con el avance sobre las tierras por los convenios del gobierno con las empresas mineras, que quieren explotar la tierra sin consulta previa a los pueblos indígenas. Y en realidad tenemos derecho a la información y a la consulta.

–¿Cuál es el daño que más les preocupa de este avance?

–La contaminación del medio ambiente, el uso del agua, el litio, minerales. Nuestra agua la usan para acueductos para portar los minerales a otros lugares, han roto las napas subterráneas y ahora nosotros sufrimos la falta de agua.

–¿Cómo describe la relación de su cultura con la tierra y el ambiente?

–Siempre estamos con las prácticas de nuestros antepasados, como el respeto a la Madre Tierra que nos da la vida, el sustento, todo. Sin ella no somos nada. El territorio involucra todo: fauna, flora, agua, aire, el ambiente, nosotros buscamos esa armonía con la naturaleza y es por lo que más luchamos. Detrás de la falta de agua aparece la contaminación, nuevas enfermedades en los animales. Cada vez se nos torna más difícil vivir aquí. Para nosotros los días como el 1 de agosto (Día de la Pachamama) o el 21 de junio (Inti Raymi o Fiesta de Sol) son muy exclusivos para confiarle a la Madre Tierra pidiéndole por estas cosas. Siempre vamos con la mirada hacia delante, creyendo que en algún momento vamos a tener mejoría.

–¿Qué significa ese mirar hacia delante?

–Pensar en nuestros jóvenes, que se capaciten, que puedan formarse como profesionales porque son nuestro futuro. Si bien la cultura la viven y aprenden en el campo, muchos no tienen la posibilidad económica o en las universidades les ponen muchas trabas, entonces apuntamos a que haya una mirada hacia nuestros jóvenes desde los gobiernos, de los Estados, que puedan servir a la comunidad.

–El papa Francisco resalta el valor de las culturas originarias y cuánto tienen que ver las relaciones interpersonales justamente en ese cuidado de la Casa Común. ¿Cómo es la percepción de su cultura con aquello que es diferente?

–Ahora todo es pluricultural y nosotros también aprendemos de la otra cultura. De hecho estamos poniéndonos al tanto sobre los avances de ciertas tecnologías y creo que interculturalmente estamos siempre tratando de adaptarnos. Estamos en una comunidad que es semiurbana, no es lo mismo que otras en Salta o Chaco que viven solas en las selvas, en el monte. Nosotros tenemos que hacer una buena relación con el que viene de afuera. Tratamos siempre de escuchar y respetarnos.

–¿Por qué cree que es importante para el cuidado del medio ambiente mirar a las culturas originarias?

–La importancia está en el respeto que tenemos nosotros por la Madre Tierra. Existen muchas acciones de la cultura occidental, de los gobiernos, en las que no existe ese respeto. Yo me crié con mi abuela, quien me transmitió mucho de su cultura ancestral, porque ha vivido en aquellos tiempos como indios. Una persona muy sana y respetuosa, y para quien la espiritualidad era algo sagrado. Y los sitios sagrados para nosotros son lugares donde cargamos energías. Los espíritus flotan en el aire y por eso somos respetuosos en todo ese ámbito. Los rituales son vividos con muchos sentimientos como ofrendas a la Madre Tierra.

–¿Ve como una cuota de esperanza que las nuevas generaciones asuman la posibilidad de cambio respecto del cuidado del medio ambiente?

–Esperanza siempre tenemos. El tema más complejo es la concientización hacia las autoridades. Si bien hay proyectos que pueden tener algún beneficio, siempre impactan en el medio ambiente, en la naturaleza. Por eso tenemos la esperanza de que algún día cambiarán las cosas. No obstante hoy, con la entrada en verano, estamos viendo que se están perdiendo la mayoría de los árboles. Por eso no sé si se va a solucionar pronto. La escasez de lluvias es lo que nos va secando los montes y quedará todo como un desierto. La esperanza de que cambie la situación para bien no la perdemos pero está muy difícil.

–¿Qué les diría a las personas que toman decisiones o que dudan de los cambios que está sufriendo el planeta?

–Pedimos que nos escuchen porque las problemáticas son cada vez más graves. De esa manera podríamos mejorar lentamente las cosas. Necesitamos hacer escuchar nuestra voz.

Artículo publicado en la edición Nº 626 de la revista Ciudad Nueva.

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