El PT insiste en que será el Supremo Tribunal Federal el que se expedirá definitivamente al respecto. El ex presidente recibe el 39% de las preferencias.
Por seis votos contra uno, el Tribunal Electoral de Brasil anuló la candidatura a la presidencia del ex presidente Inàcio Lula da Silva, actualmente condenado a 12 años por corrupción. El sábado el organismo confirmó la postura que considera al líder del PT como inhabilitado a presentarse debido a que purga una condena confirmada (y ampliada) en segunda instancia.
La decisión incide en una campaña electoral en la que Lula se figura como el candidato que recoge casi el 39% de la intención de vito. Mucho más distante, se ubica el candidato derechista y ex militar Jair Bolsonaro, que recibe el 16% de las preferencias, mientras que el resto de las propuestas no alcanzaría más del 6%.
La situación queda, sin embargo, indefinida. El PT insiste en que apelará la decisión del Tribunal Electoral, por otra parte, sigue en espera de un pronunciamiento del Supremo Tribunal Federal, por lo que Lula seguirá siendo candidato hasta que la máxima instancia judicial, la semana que viene, no se expida. Ante ello, las opciones son varias. Lula tiene un plazo hasta el 17 de este mes para retirar su candidatura si no quiere correr el riesgo de que los votos dirigidos a él sean anulados, perjudicando a su partido. Su compañero de fórmula, Fernando Haddad, apenas mide un 4% ya que no es automático que las preferencias por Lula se trasladen a otro candidato. Puede que estemos ante una estrategia de fondo: estirar lo más posible los tiempos para asegurar un consistente apoyo a Haddad, haciendo palanca a la “injusticia” padecida por el ex presidente. Es muy posible que la verdadera campaña comience a partir de la solución definitiva de la cuestión, en un país donde el actual gobierno es el más impopular de la historia y su oficialismo no tiene capacidad de presentar candidatos dignos de ese nombre. Desde los socialdemócratas, se arriman propuestas erráticas destinadas más bien a impedir que crezca el apoyo a Bolsonaro, que no dispone de una estructura partidaria, y sigue apelando en su discurso a la idea de armar a cada brasileño para que se defienda de los criminales.
Una situación de volatilidad política, acaso fruto de estos últimos convulsionados años en que la crisis institucional ha evidenciado los límites del sistema institucional del país.