La indescifrable lógica de los hechos

La indescifrable lógica de los hechos

El martes 28 de junio de 1966 se producía un nuevo golpe de estado en Argentina. De este modo se deponía la figura de un gobierno constitucional, presidido por el Dr. Arturo Illia, cultor del bajo perfil. Un hombre que supo gobernar con hechos y resultados, antes que hacerlo solo con palabras.

En 1963 asumió la presidencia de la Nación con una vasta trayectoria: senador provincial por el departamento de Cruz del Eje (1936-1940), vicegobernador de Córdoba (1940-1943), diputado nacional (1948-1952) y gobernador electo de Córdoba (1962).

Su gestión duró tan solo veinte de los setenta y dos meses de su mandato, o sea: menos de un tercio del mandato. Algunos de sus resultados: el aumento del PBI fue del 10,3% en 1964, del 9,1% en 1965 y del 4,7% en los primeros seis meses de 1966. La industria creció 18,9% en 1964 y 13,8% en 1965; el sector agropecuario lo hizo al 7% y al 5,9%.

El gasto público disminuyó en relación con el PBI, y el déficit del presupuesto se redujo de $4054,1 millones, en 1963, a $2778,9 millones, en 1965. La partida destinada a educación alcanzó el 24% del presupuesto nacional, la más alta de la historia, y un Plan Nacional de Alfabetización alcanzó a 350.000 alumnos de 18 a 85 años.

Arturo Illia

En 1964, ante la dificultad para colocar en los mercados la excepcional cosecha de trigo, Illia tomó la decisión de vender varios millones de toneladas a China Popular, gobernada por Mao Tse-Tung. De este modo la Argentina fue el primer país de occidente en comerciar con el gigante asiático, mercado codiciado por el mundo entero. La operación de la transacción fue todo un éxito, con pago en libras esterlinas al contado, a través del Banco de Londres en Hong Kong, que actuó como agente financiero chino.

Illia sabía que el futuro estaba en Asia, y junto a su colega trasandino Eduardo Frei avanzó en la creación de una Federación Argentino-Chilena con capital en la ciudad de Córdoba, para que ambas naciones comercializaran sus productos a través de los dos océanos.

Durante su presidencia, se logró el mayor triunfo diplomático sobre Malvinas. La resolución 2065 de la ONU, aprobada el 16 de diciembre de 1965, instaba a los gobiernos de la Argentina y el Reino Unido a negociar sin demoras la soberanía de las islas.

Por primera vez en muchos años se redujo la deuda externa, de US$3390 a US$2650 millones, para luego crecer en forma ininterrumpida.

Bajo su mandato, se sancionó la ley del salario mínimo vital y móvil. En 1965, la tasa de desempleo se ubicó en el 4,4% y la participación del sector asalariado en el PBI pasó del 36% en 1963 al 41% a junio de 1966.

Cumpliendo la promesa de campaña electoral, anuló los contratos petroleros firmados por decreto en la presidencia de Arturo Frondizi. Lo hizo por irregularidades jurídicas, pero también por motivos económicos: el metro cúbico de petróleo de igual calidad importado desde Rusia costaba por entonces US$13,02 puesto en el puerto de Buenos Aires, mientras que, por los contratos de Frondizi, las empresas concesionarias recibían del gobierno US$15,20 por el petróleo argentino colocado en el mismo puerto. Aún sin los contratos, la producción petrolera siguió creciendo bajo una YPF bien administrada.

Gobernó sin un día de estado de sitio, ni denuncia alguna de corrupción.
Al día siguiente de su destitución convocó al escribano mayor de Gobierno para hacer una manifestación pública de sus bienes. Al asumir la presidencia contaba con una propiedad en Cruz del Eje adquirida con el aporte de cuatro mil vecinos, que contribuyeron con un peso moneda nacional cada uno, útiles de consultorio, un automóvil y un depósito bancario de $300.000. A su derrocamiento, el 28 de junio de 1966, seguía teniendo la casa, pero había perdido el automóvil y el saldo de banco.

Frente al golpe

A quienes fueron a derrocarlo, les advirtió que eran “salteadores nocturnos que, como los bandidos, aparecen de madrugada para tomar la Casa de Gobierno”. Les anticipó: “Sus hijos se avergonzarán de lo que están haciendo y mañana los señalarán por haber producido horas tristes en el país”. Años más tarde, la mayoría de los que participaron en el golpe expresaron públicamente su arrepentimiento.

Medios tendenciosos

La prensa montó una activa campaña que contribuyó al golpe militar. Acusaban al presidente de lento e ineficaz, lo representaban como una tortuga o con una paloma en la cabeza; al mismo tiempo planteaban que la modernización exigía superar al parlamento y retrataron a Onganía como un líder mesiánico que pondría orden. El 27 de junio por la noche, el presidente tomó conocimiento de que el Ejército estaba listo para dar el golpe.

Leandro Hipólito Illia, hijo del ex presidente recuerda aquella jornada: “En ese momento, éramos 60 o 70 personas en el despacho. Uno de los jefes de granaderos, que debían defender al presidente, se escapó de la Casa Rosada al enterarse del inminente golpe. Quien quedó al mando de los pocos granaderos que permanecían allí se presentó frente a Illia y sostuvo que lo defenderían hasta el final. Mi padre entonces respondió que no, que no quería que corriera una gota de sangre”.

Al día siguiente de su destitución, los asaltantes del poder encontraron $240 millones en efectivo en la caja fuerte del despacho presidencial. Era la totalidad de los fondos reservados que Arturo Illia pudo haber usado sin rendir cuenta a nadie.

El coronel Horacio Ballester, a cargo del operativo, solo atinó a decir: “Para qué lo habremos sacado a este tipo…”

Don Arturo,  un hombre que mantuvo la calma y la prudencia, en el gobierno de un país intenso.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/arturo-illia-no-solo-honesto-presidente-nid2411619/

Deja un comentario

No publicaremos tu direcci贸n de correo.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.