La (in)comunicación Latinoamericana

La (in)comunicación Latinoamericana

Mientras que la CEPAL difunde guarismos beneficiosos sobre el acceso a Internet para América Latina, que ha crecido una quinta parte en el último lustro, nos preguntamos cómo utilizamos esta herramienta.

No vamos a negar las bondades en la reducción de los costos de conexión en la región, y algunas bondades de Internet móvil.

Sin embargo, el mantenimiento de las redes deja que desear, y los centros de atención telefónica, no acompañan el crecimiento. Porque estamos sumando tecnología que requiere de un uso inteligente de la tecnología. En este punto las mesas de ayuda son una herramienta insoslayable. Por un lado, el software que se desarrolla, tanto para los servicios web en general, como para las aplicaciones móviles, son altamente deficientes en sus diseños. Y la capacitación de los operarios de las mesas de ayuda, no logran paliar esta brecha.

Internet móvil puede ser una ventaja, pero pocas personas explican que su utilización requiere una planificación estratégica, mil veces mayor que la que utilizamos cuando estamos conectados a un servicio de banda ancha desde una computadora (portátil o de escritorio).

Los mortales inferimos que necesitamos estar conectados como si el hecho en sí mismo fuese algo redentor: pamplinas. Es una cuestión que se sabe y a la que poco se alude por ser “políticamente incorrecta”. Más que estar en internet, uno debe saber qué debe hacer utilizándola. Pero, hacemos algo de esto o nos subimos a la cresta de la ola del navegador de turno, y arrancamos en algún momento del día, para luego deambular sin ton, ni son, terminando luego en fotos y/o videos facebookianos, a los que no sabemos cómo hemos llegado. Hagamos un ejercicio, que es el de medir los tiempos de utilización, o simplemente miremos el historial de nuestros navegadores, para ver la utilización de nuestro material más preciado: ¿nuestro? tiempo.

Tiempo y esfuerzo, tal como rezaba una vieja propaganda. Efectivamente, los necesitamos. Algo así como para no subirnos a todos los trenes. Nuestra navegación debe ser (cada vez) más consciente y cuidadosa.

Los portales a visitar hay que recorrerlos y si son buenos y creíbles, compartámoslos. Evitemos las aplicaciones que nos informan acerca de la nada misma. No tengamos en cuenta los pulgarcitos, ni los fans.

Seamos críticos y a la vez, valoremos la veracidad del contenido. La estética y el (sano) humor de nuestros informantes.

Somos lo que consumimos y el alimento digital nuestro de cada día ha dejado de ser un lujo, para ser materia de nuestro quehacer cotidiano. Mejoremos nuestra vida, y recordemos que no todo es digital.

En definitiva, la agencia de publicidad 101, española y responsable del portal vaticano news.va y del canal de twitter del Papa, se puso en contacto con el Vaticano por carta. Y, como Dios manda, el mensaje llegó a buen puerto. Porque las nuevas tecnologías, aprenden de lo viejo.

Pero algunos seres, sólo tenemos mirada para lo nuevo. Un vicio refractario, intitulado miopía digital.

Un médico oculista a mi derecha…

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