Hace 45 años, el promedio era de 59. Lo señala el documento Salud en las Américas + 2017.
Un americano que nace en el continente tiene una esperanza de vida que en promedio alcanza los 75 años. Eso supone 16 años más en los últimos 45 años, y 5 años por encima del promedio mundial.
Sin embargo, las enfermedades emergentes y las no transmisibles, que causan cuatro de cada cinco muertes anuales, son los principales desafíos a enfrentar en una de las regiones más desiguales del mundo. Así lo señala el informe Salud en las Américas + 2017, la última edición de la publicación insignia elaborada por la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) cada cinco años desde 1956, que analiza las tendencias, los retos y las condiciones de salud en la región.
“Vivimos más años de vida y morimos menos por causas que podemos evitar, pero esa ganancia no ha sido equitativa”, afirmó la Directora de la OPS/OMS, Carissa F. Etienne quien sostiene que hay que “combatir las inequidades y que todas las personas en las Américas tengan acceso a los servicios de salud que necesitan y a las condiciones que determinen una buena salud, como el acceso al agua potable, a la educación y a una vivienda digna”.
Las enfermedades no transmisibles, como las cardiovasculares, las respiratorias crónicas, el cáncer y la diabetes, siguen al frente de las principales causas de mortalidad en la región. Cuatro de cada cinco muertes anuales se deben a una de ellas, y se prevé que en las próximas décadas habrá un aumento debido al crecimiento de la población, el envejecimiento, la urbanización y la exposición a distintos factores de riesgo.
El documento también advierte sobre los factores de riesgo que incrementa la obesidad. El 15% de la población mayor de 18 años (62 millones) vive con diabetes, un porcentaje que se ha triplicado durante la última década.
Por otra parte, si bien la mortalidad por enfermedad cardiovascular ha disminuido casi 20% en promedio en una década, ésta sigue siendo la principal causa de muerte en la región.
“Las enfermedades emergentes y las crónicas, que generan discapacidad y requieren cuidados durante muchos años, son un obstáculo para el desarrollo”, indicó Etienne. “Necesitamos sistemas de salud fuertes, flexibles e integrados para responder eficazmente a las nuevas amenazas y a las necesidades de una población envejecida”, aseveró.