Falleció un importante investigador de la política, convencido sostenedor del principio de interdependencia desde una perspectiva de la comunión. Su relación con los Focolares.
El pasado 24 de abril falleció en New York, luego de una breve enfermedad, el profesor Benjamin Barber. El intelectual tenía 77 años y deja a la esposa Leah y una hija, Cornelia.
Barber ha sido un destacado filósofo de la política, autor de varios libros entre ellos el bestseller Jihad Vs. McWorld. Hasta lo último se dedicó con pasión a los temas de la ciudadanía y la democracia. Estaba convencido de que los grandes desafíos de la interdependencia se podían resolver en modo constructivo si los ciudadanos se comprometían en aplicar las virtudes cívicas y participaban activamente en política.
En una intervención que recuerda la figura de esta figura, publicada por Cittá Nuova, el periodista e investigador Aldo Civico señala que Barber había llegado a ser “escéptico” acerca de la capacidad de los estados-nación de responder eficientemente a los desafíos globales, como el cambio climático, el terrorismo, la inmigración, la pobreza, etc. Por ello, en los últimos años Barber enfatizó el protagonismo indispensable de las ciudades, acercándose todavía más a las teorías comunitarias que en épocas más recientes han tenido difusión a través del pensamiento de Amitai Etzioni o de figuras como Alasdair MacIntyre. Barber, sostenía la necesidad de una transfusión a la política de valores comunitarios como la lealtad, la fraternidad, el patriotismo, la buena vecindad, las tradiciones, afectividad mutua.
En su libro, Si los intendentes gobernaran el mundo, demostró que las ciudades responden en modo más eficaz a los problemas de nuestro mundo interdependiente. Por ello promovió un Parlamento Mundial de Intendentes (o alcaldes, NdT), al que han adherido 49 jefes municipales.
Ante los atentados del 11 de setiembre, Barber maduró el convencimiento de que la respuesta no podía ser militar, sino que debía nacer del compromiso común de una búsqueda de soluciones adecuadas y sostenibles a los grandes desafíos globales, que no podían encontrarse en modo aislado. Por ello, promovió que el 12 de setiembre se transformara en una Jornada Mundial de la Interdependencia. Recordando que su país, los Estados Unidos, se funda en una Declaración de Independencia, destacaba la necesidad de una nueva Declaración de Interdependencia.
La segunda edición de esa Jornada Mundial se celebró en Roma, en 2004, con la esencial contribución del Movimiento de los Focolares. Gracias a los oficios de Civico, Barber conoció a Chiara Lubich en 2003 y con ella mantuvo varias y profundas conversaciones. La fundadora de los Focolares, luego de escuchar atentamente las ideas de Barber, consideró que el concepto de interdependencia es importante pero no suficiente porque además es necesaria “la comunión”, pues es preciso “movilizar los bienes”. “Pero los bienes no se mueven solos, hace falta mover los corazones. Es por ello que hablo de fraternidad universal”. Chiara Lubich planteaba pasar de una fraternidad entre personas y grupos a una fraternidad entre naciones para resolver en sus raíces el problema del terrorismo. Una idea a la que Barber adhirió reconociendo que la interdependencia es una versión más atenuada de la palabra comunión. “Es el primer paso hacia la comunión”, concluyó, y agregó que “la democracia es también una cuestión del espíritu, comienza con la costumbre del corazón y luego se expresa en términos seculares. Por lo que, a menudo, es forzada la separación entre lo espiritual y lo secular”.
El diálogo entre Barber y Lubich sigue siendo de “absoluta actualidad”, concluye Aldo Civico. “Nos deja la preciosa herencia de un compromiso intelectual para dar vida a una ciudadanía global que nos acerque a la unidad”.
Interdependencia, fraternidad y comunión se presentan como los pasos necesarios para reconocer que habitamos una casa común y que nadie puede avanzar ni progresar en soledad.
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