La “ciencia” de Andrei Tarkovski

La “ciencia” de Andrei Tarkovski

Un repaso por la obra de uno de los mayores creadores de la cinematografía soviética.

Cuando se me sugirió escribir para este número un breve texto sobre ciencia y cine tenía en claro que, salvo raras excepciones, cuando los films se ocupan de esta materia lo hacen desde el popular género de la ciencia-ficción (o eventualmente algunos documentales). Lo mismo ocurre con las novelas, porque de ciencia se ocupan a veces los ensayos, las investigaciones, pero no las novelas, que también recurren a las ingeniosidades de la ficción.

Desde la antigua película “Viaje a la luna” (Georges Méliès, 1902), “La guerra de las galaxias” (George Lucas, 1977) y “2001: una odisea en el espacio” (Stanley Kubrick, 1968) o la famosa “Blade Runner” (Ridley Scott, 1982) hasta la trilogía de “Matrix” y las inspiradas en las matemáticas o los cálculos estadísticos, generalmente las películas son obras de fantasía. Este concepto no será compartido por todos los lectores, porque hay quienes le otorgan a la ciencia-ficción un valor substancial y este juicio les resultaría superficial e iletrado.

Sin embargo, podríamos acordar que un capítulo aparte merecería “Metrópolis” (1927), dirigida por Fritz Lang, considerada una de las grandes películas del cine expresionista alemán y de la historia del cine mundial.

Otra mención especial podría dedicársele al director polaco Krzysztof Zanussi, físico y filósofo, particularmente interesado en temas de hondura humana y espiritual. O al mismo film “El oficio de las armas”, del director italiano Ermanno Olmi, sobre la guerra y la medicina (en particular el tema de los tiempos pre anestesia), inspirándose en un hecho histórico: cuando al condottiero florentino Giovanni delle Bande Nere, que apoyaba el papado romano, tienen que amputarle en Modena una pierna herida por el disparo de un cañón de los lansquenetes del Sacro Imperio Romano Germánico durante la guerra de la Liga de Cognac. 

Sin embargo, para atenernos al espacio del que disponemos ahora, propongo detenernos en una extraordinaria película de este género: “Solaris” (1972), del ruso Andrei Tarkovski, uno de los mayores creadores de la cinematografía soviética. El film está inspirado en la novela homónima del escritor polaco Stanislaw Lem.

Tal como se sintetiza en algunas críticas cinematográficas: La película es un drama psicológico que tiene lugar a bordo de una estación espacial frente al planeta Solaris. La misión científica se ha estancado porque la tripulación de tres científicos ha caído en crisis emocionales. El psicólogo Kris Kelvin viaja a la estación espacial Solaris para evaluar la situación y se encontrará con los misteriosos fenómenos, como los demás expertos. Tarkovski quería aportar a la trama de la novela una nueva profundidad intelectual y espiritual, ya que consideraba superficial la mayor parte de la ciencia ficción occidental. Las ideas que Tarkovski expresó en esta película las desarrollaría luego en “Stalker” (1979), donde un filósofo y un científico se enfrentan con el misterio del alma gracias a un sufriente místico.

El filósofo y escritor Pablo Capanna, considerado el mayor especialista argentino en ciencia ficción, en su libro El icono y la pantalla supo ahondar con maestría en el cine de Andrei Tarkovski. Tanto que el conocido crítico Salvador Sammaritano escribió: “La vida y obra de Tarkovski –sin lugar a dudas el más famoso e influyente director de cine soviético luego de Eisenstein– son abordadas en profundidad, pero con un estilo que Capanna maneja como pocos, más próximo al espectador reflexivo que al oficio del crítico académico”.

Y Martín De Ambrosio señaló en Página/12: “Las películas ‘Solaris’ y ‘Stalker’ que Tarkovski supo filmar –basadas en sendas novelas de ciencia ficción– son el punto de conexión entre el cineasta ruso y Pablo Capanna, especialista argentino en el género. A partir del azar de esa reunión (Capanna entra desprevenido al cine Cosmos a ver la película que alguien había hecho sobre la novela de Stanislaw Lem), el escritor argentino desanda todo el camino de la singular obra de Tarkovski. Y es gracias a esta precisa ‘conexión’ entre uno y otro, permitida por la también llamada ‘literatura de anticipación’, que se arma una singular biografía en la que se mezclan sinopsis de los films con comentarios, puestas en contexto, citas del propio Tarkovski y análisis de los críticos de cine”.

“Pablo Capanna –escribe Federico Romani– aborda la figura y la obra de Tarkovski desde una triple perspectiva: en su ensayo el arte se mezcla con la religión y de allí pasa a la política en un juego de continuidades y paréntesis tan fluido como ilustrativo. La pregunta acerca de cómo iluminar ángulos y rincones de una vida sobre la que el propio autor dejó un testimonio bello y preciso a través de sus diarios personales está sabiamente precipitada en la pasión por la intimidad del legado. Capanna abre el juego a las sombras que Tarkovski cargó en sus espaldas. Acaso sea la fe cristiana de la tradición religiosa ortodoxa la clave última del dilema interior y espiritual que Tarkovski diferenció claramente en su obra de la mera traba política y coyuntural, lastre histórico y específico ya largamente documentado y estudiado que suele ubicarlo, quizás demasiado cómodamente, en el lugar del cineasta exiliado, traumatizado por cuestiones ajenas al arte, o en la inestable y filosa línea de frontera del disconforme y el transgresor”. El gran director sueco Ingmar Bergman (Tarkovski fue a Suecia a filmar su última película: “El sacrificio”) dejó el siguiente mensaje: “Cuando el cine no es documento, es sueño. Por eso Tarkovski es el más grande de todos. Se mueve con naturalidad absoluta en el espacio de los sueños. Él no explica, además, ¿qué iba a explicar?”.

Artículo publicado en la edición Nº 638 de la revista Ciudad Nueva.

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  1. alicia fratti 26 julio, 2022, 09:47

    Hace 2 días vi solaris. Me impacto la forma colosal de lograr mostrar realidades y sueños simplemente con pocos protagonistas. Y la temática infinita del amor. Conciencia, ética. Y una frase grabada en nuestra mente…la vergüenza salvara al mundo. Me impacto también la modernidad de la ambientación a pesar de pasar ya 50 años.

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