El angustiado mensaje de un párroco de un pueblo de la Selva Amazónica boliviana. La denuncia, el grito de dolor, la esperanza en la oración y en la llegada de la lluvia.
“Hermanos y hermanas, soy el padre Luis Miguel desde la Selva Amazónica boliviana. Les escribo este mensaje para pedir oración y ayuda urgente. Siento una pena y un dolor inmenso por lo que está sucediendo en la Chiquitanía. Yo he vivido el incendio en mi pueblo y es muy doloroso, y sé que muchos lo habrán pasado también, por eso pido que nos unamos en oración para que Dios envíe la lluvia a la Amazonía”. Es el pedido angustiado de un párroco en medio de la selva boliviana, en la Chicatanía, Departamento de Santa Cruz de la Sierra, al noreste de Bolivia.
En estos momentos, el mundo ve con preocupación los incendios que se desataron en la selva amazónica brasileña, pero lamentablemente no es la única. La Amazonía, como se sabe, es un inmenso territorio de 7.000.000 km 2, repartido en 9 países, entre los que se cuenta también Bolivia.
“El padre Roger que está en Roboré nos está informando –continúa el mensaje del padre Luis Miguel– sobre la situación y tantas cosas que están pasando en otros pueblos de la Amazonía y sus alrededores”. El fuego se está difundiendo rápidamente y los bomberos de la Gobernación de Santa Cruz no logran entrar en la selva impenetrable, sin rutas. La gente carga con mochilas y bidones, pero las cisternas no logran entrar.
“Para los que han tenido la dicha de conocer el Chorro San Luis, en estos momentos ya se está ardiendo, al igual que el Chorro Ferroviario, Barrio 3 de Mayo y un Barrio vecino. El fuego está quemando todas las casas a su paso en este Barrio; un sin fin de animales han muerto calcinados. El pueblo está sin luz, agua y comunicación desde hace varios días, y hay una gran contaminación ambiental. Miles de animales están huyendo hacia el pueblo heridos, sedientos y hambrientos, y otros miles yacen muertos”.
Hace unos días, la misma Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT) en Bolivia, habló de 953.000 hectáreas de bosques quemados en lo que va de 2019
“Yo sé que Dios puede hacer milagros y está por encima de los Gobernantes que se niegan a pedir ayuda internacional, no teniendo misericordia de tan inmenso sufrimiento de nuestros familiares, amigos, pueblos y animales en la zona. Los insensibles gobernantes prefieren colaborar con las corporaciones mineras, en vez de hacerlo con el pueblo, la fauna y la flora”, denuncia el padre.
Su mensaje termina con un pedido colectivo de oración: “Les suplico con todo mi corazón para que me ayuden con sus oraciones, y nuestro Dios tenga piedad y haga cesar el fuego y nos envíe lluvia, pues ¡solo él puede parar esta inmensa catástrofe! Por favor, ayúdenme a difundir este mensaje para que se haga una cadena de oración gigante! Muchas gracias y que Dios los bendiga”.
Es imposible desligar estos eventos del deterioro climático producidos por la irracional actividad humana, estimulada por la codicia, traducida en hiper extractivismo, emisión descontrolada de gases efecto invernadero, talas y desmontes generalizados desligados del impacto ambiental; motivados por la codicia y la acumulación. Lo realmente absurdo es que ocurre ante la mirada casi impávida del concierto de las naciones; como si estas calamidades no nos afectaran como comunidad, como humanidad. Es parte de la cultura de la indiferencia, del individualismo al que se le deben agregar los vectores de cultura de la muerte, traducidos en la superproducción de armamentos y la multiplicación de guerras; la resistencia al cambio de la matriz energética fósil, causante de gravísimos desequilibrios climáticos y la falta de premura por adoptar fuentes de energía limpia, al costo económico que sea. Esto supondría un cambio de pensamiento de la concepción económica que implica el eclipsamiento del Dios Mercado por una concepción económica donde la VIDA sea prioridad y modelo del desarrollo, en definitiva un cambio radical de paradigma. La actividad empresaria si no está al servicio de la vida entonces lo esta al servicio de la destrucción. Hoy las naciones del Planeta deberían empeñarse en la extinción de estos incendios que son signo y aviso de una situación que ya no es sostenible por el camino que transitamos; para posteriormente tomar decisiones efectivas y presurosas hacia la reconversión de nuestras prácticas.
Estos cambio solo son posibles por el concierto político del mundo de la política a nivel mundial, dentro del cual la tentación de las supremacías quede desplazada. Hoy la Humanidad debe abordar el tema de SU FUTURO.