Respuesta polémica del gobierno de Brasil a la oferta de ayuda del G7 para hacer frente a la emergencia ambiental.
Ante la preocupación internacional por los incendios forestales en la selva amazónica brasileña, tema que ocupó un lugar en la agenda del G7 que se celebra en la ciudad francesa de Biarriz, el gobierno de Brasil transformó una propuesta de ayuda para combatir el fuego en una polémica sobre su soberanía. El ministro de Exteriores, Ernesto Araújo, habló en estos términos ante la insinuación del presidente de Francia, Emmanuel Macron, de una intervención de la comunidad internacional ante las consecuencias de los incendios que devastan la Amazonia. “Nadie necesita de una ‘nueva iniciativa para la Amazonía’, como sugiere el presidente Macron, cuando ya existen en el ámbito de la Convención del Clima de las Naciones Unidas varios mecanismos para combatir la deforestación”, escribió Araújo en sus redes sociales.
En una entrevista con la televisión pública francesa France 2, Macron insistió en el tema: “Respetamos su soberanía, pero en el tema de la Amazonía no podemos dejarle destruirlo todo” afirmó. La réplica del canciller brasileño fue: “Está muy evidente el esfuerzo, por parte de algunas corrientes políticas, de extrapolar cuestiones ambientales reales transformándolas en una ‘crisis’ fabricada, como pretexto para introducir mecanismos de control externo de la Amazonía. Brasil no aceptará ninguna iniciativa que implique relativizar la soberanía sobre su territorio, cualquiera que sea el pretexto y cualquiera que sea el ropaje”, agregó el canciller.
En Brasil, mientras tanto, el presidente Jair Bolsonaro ha movilizado a las Fuerzas Armadas para colaborar en el combate a los incendios en 8 de los 9 estados amazónicos, tras la petición de ayuda presentada por la gobernación de Amapá. La movilización de las Fuerzas Armadas ocurre en medio de las fuertes críticas que ha recibido tanto en el país como en el exterior por las omisiones del gobierno en el combate a la deforestación ilegal de la Amazonía.
El gobierno tiende a negar tanto la gravedad de la deforestación de la selva, como la incidencia de los incendios. El argumento es que ocurren todos los años y que agosto y septiembre son “críticos” por la sequía que afecta a la Amazonía en esos meses. Pese a ser los más extensos en los últimos siete años, de acuerdo a datos oficiales, los incendios actuales no tienen la magnitud de los ocurridos hasta 2004, desde cuando están en caída tanto esos siniestros como la deforestación en la región. Sin embargo, es claro que los incendios no son provocados solo por causas naturales, sino que avanzan ampliando la frontera del territorio explotado por la agroindustria y la minería ilegal, que el presidente no ve como una amenaza sino como una oportunidad de negocios.
El gobierno de Bolsonaro agradeció los 20 millones de dólares de ayuda al combate a los incendios aprobada este lunes por los países del G7, pero aclaró que los usará decidiendo de acuerdo a su soberanía, sobre todo en el envío de aviones cisterna antincendios.
Superada la actual emergencia, el G7 planea lanzar en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas de septiembre y, coordinado con las naciones amazónicas, un plan para actuar en la reforestación y la conservación de la biodiversidad. Pero una vez más, el gobierno de Brasil corrió el debate sobre el tema de la soberanía. “Considero una excelente medida y una ayuda bienvenida”, dijo el ministro brasileño de Medio Ambiente, Ricardo Salles, pero “quien decidirá cómo usar esos recursos en Brasil son el pueblo y el gobierno brasileños”. Por su parte, el ministro de Presidencia, Onyx Lorenzoni, afirmó al portal de noticias G1, que Brasil podría rechazar la ayuda, porque “esos recursos tal vez sean más relevantes para reforestar a Europa, ya que Macron no consigue evitar un previsible incendio en una iglesia patrimonio de la humanidad (aludiendo al incendio que afectó la catedral de Notre Dame). Brasil es una nación democrática, libre y nunca tuvo prácticas colonialistas e imperialistas como tal vez sea el objetivo del francés Macron. Que, por coincidencia, tiene altas tasas internas de rechazo a su gestión”, concluyó Lorenzoni.
Con argumentos similares, Bolsonaro ha frenado el aporte del Fondo de la Amazonia, que canalizaba ayudas de Noruega y Alemania en proyectos de reforestación y protección de la selva. En diez años, el Fondo había invertido en ello 1.300 millones de dólares de los cuales Brasil había aportado el 1%, mientras que el 99% provenía de los dos países europeos. Sin embargo, el mandatario brasileño rechazó esta ayuda pretendiendo modificar unilateralmente la modalidad de intervención del organismo.
La actitud de Bolsonaro, como la de su par Donald Trump, es de defensa extrema de los intereses económicos, pero sin considerar el daño a la comunidad internacional y su propio país provocado por los efectos del cambio climático. Es decir, una defensa a ultranza de una soberanía que los efectos climáticos no pueden conocer porque el clima no tiene fronteras.
Creo que Bolsonaro no defiende ninguna soberanía, se aboca a la deforestación con el fin de extender áreas de explotaciones agropecuarias y extractivistas; claro que la especie es desmentida y disfrazada con un discurso soberanista en extremo desprólijo. El primer paso fue desmontar los sistemas de control preventivos; el segundo ceder carta franca a los latifundistas y el tercero la catástrofe humanitaria fatalmente anunciada (crónica de una muerte anunciada). Nos enfrentamos a una mentalidad monstruosa, en el mundo de los poderosos, que pretende maximizar la acumulación de riquezas inmediatas a velocidades demenciales, sin tener en cuenta el impacto sobre la sustentabilidad de la vida en nuestro Planeta. Esto es una locura que causa consternación, sobre todo el grado de avidez por el lucro como expresión de una “AVARICIA DEMENCIAL”, .