
También hay casi 200 personas desaparecidas y 57 heridos. Pese al peligro de una erupción, unas 100.000 personas viven en zonas en riesgo.
Sube el recuento de las víctimas por la erupción del Volcán del Fuego en Guatemala. El último reporte de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) detalla que se han rescatado 110 cuerpos y que hay 57 personas heridas. Además, otros 197 pobladores siguen desaparecidos, más de 12.400 han sido evacuados y 4.175 se encuentran en albergues. En total, las personas afectadas superan 1.700.000.
Fuentes oficiales confirmaron que el avión-ambulancia de la Fuerza Armada de México volvió hoy a Guatemala para trasladar a otros dos pacientes que resultaron quemados durante la violenta actividad. Los guatemaltecos fueron llevados al Centro Nacional de Investigación y Atención a Quemados de México (Ceniaq), a donde también se trasladó a otros dos el lunes 11.
La condición médica de los cuatro ciudadanos que fueron trasladados a México tras sufrir quemaduras de gravedad por la erupción es estable, aunque sigue siendo grave, informó el doctor Mario Vélez Palafox, subdirector del Ceniaq.
El especialista detalló en rueda de prensa que los pacientes tienen quemaduras de entre 30 y 60% de sus cuerpos, y agregó que han sufrido pérdidas que van desde un dedo hasta una extremidad.
Hay críticas en el país dirigida a la actuación de la Conred que no intervino lo suficientemente a tiempo para alertar a la población de la posible inminencia de la erupción. Lo que puede haber costado la vida a más de 300 personas en total. Un centro turístico cercano a las poblaciones arrasadas por el volcán, la dirección pudo poner a salvo a más de 200 personas, simplemente actuando con sentido común ante las evidencias de manifestaciones insólitas del volcán.
Citado ante diputados, el subdirector de Conred alegó la falta de facultades del organismo para evacuar personas. Sin embargo, no pudo explicar las razones por las que no se hicieron mapas para evitar poblaciones en zonas demasiado cercanas a las laderas del volcán, lo que supone unas 100.000 personas que residen en zonas peligrosas.