Este martes se lanzará el Falcon Heavy (FH), el cohete más grande del mundo.
Aquellos afortunados cuentan que era indescriptible lo que sentían al momento del lanzamiento. A pesar de encontrarse a kilómetros de distancia, la imagen del gigante escalando el cielo sumado al sonido que llegaba con el retraso correspondiente, no hacían más que inundar de asombro y emoción a esos testigos privilegiados ante semejante ejemplo de lo que la mente humana es capaz de diseñar, construir y utilizar en pos del mayor logro que hasta el momento hemos alcanzado como especie. El haber alunizado de manera tripulada en seis oportunidades por parte de los Estados Unidos de América se debe, en gran medida, al ahora ya mítico Saturno V, el más grande de los cohetes que hayan existido.
El construir los lanzadores más potentes ha sido siempre un desvelo para las grandes naciones a fin de poder colocar tanto en órbita terrestre como más allá de nuestro planeta la mayor carga útil (satélites, naves tripuladas, objetos en general) posible. Fue así que las dos máquinas más imponentes que se construyeron hasta el momento son el ya mencionado Saturno V y el N1, este último por parte de la ex-Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Una de las características que llama poderosamente la atención es el cuasi-idéntico tamaño que poseían las naves, lo cual no hace más que agigantar las supersticiones en cuanto a los programas de espionaje ejecutados en plena guerra fría entre ambas superpotencias. A diferencia del éxito logrado por el cohete americano, el soviético falló en sus únicos cuatro lanzamientos, sepultando así el sueño del país asiático por lograr una “Luna Roja”.
¿Cómo dimensionar la importancia de un cohete y por ende, lo que puede lograrse con el mismo? Si bien existen numerosas características al respecto, una de las cualidades principales (quizás la más importante) que debe ser tenida en cuenta es la carga útil máxima que pueden llevar, por ejemplo, a órbita terrestre. En tal sentido, el Saturno V era capaz de colocar en el espacio, en lo que se denomina una órbita baja terrestre (LEO, por sus siglas en inglés) la friolera suma de 118 toneladas. Esto representa una enorme capacidad por parte del lanzador, lo cual implicaba poder enviar a la Luna unas 47 toneladas y por ello fue posible que en julio de 1969 el inolvidable Neil Armstrong diese su “pequeño y gigante paso”.
Para contar con una idea más clara de lo que significó esta maravilla de la ingeniería, bien vale realizar una comparación con otros “colegas”. Es así que el ya retirado transbordador espacial (NASA, EE.UU.) podía transportar como máximo unas 24 toneladas a LEO. En la actualidad, el cohete que ostenta el cetro en este aspecto es el ruso Proton, con su posibilidad de enviar unas 23 toneladas. En lo que respecta a los EE.UU., el Delta IV Heavy es el más importante (22,5 toneladas) y por parte de Europa, el Ariane 5 puede elevar como máximo unas 20 toneladas.
Pero en los últimos años, las cosas han ido cambiando; y de manera realmente vertiginosa. Esto es resultado de una compañía que está llamando la atención a propios y extraños. Nos estamos refiriendo a SpaceX, la firma que Elon Musk (PayPal, Tesla, Solar City) supo crear en 2002. En tan sólo poco más de una década, lo que han logrado es digno de admiración. Basta con mencionar la capacidad que poseen en cuanto a la reutilización de sus cohetes a partir de traerlos de regreso a Tierra una vez desplegada la carga útil, por medio de un descenso absolutamente controlado haciéndolos aterrizar no sólo a pocos metros desde donde fueron lanzados minutos antes sino también en pleno océano Atlántico sobre una plataforma flotante. Ver los lanzamientos (y sus correspondientes descensos) de los cohetes de SpaceX en directo vía internet es, sencillamente, un extraordinario show. Han logrado dominar una técnica que, hasta el momento, ninguna agencia oficial estatal ha conseguido. Hoy en día SpaceX es contratada por la NASA para transportar cargamentos a la mismísima Estación Espacial Internacional. Es más, la propia agencia le ha cedido la famosa plataforma 39A desde donde despegaban justamente los Saturno V en viaje a la Luna.
A partir de una empresa en la cual diseñan, construyen y lanzan sus vehículos, SpaceX ha logrado bajar los costos de los lanzamientos de una manera apabullante. En muy pocos años alcanzó objetivos extraordinarios. El sueño de Musk y sus muchachos es digno de admiración. Se han comprometido a enviar astronautas a la Luna para proseguir con la conquista de Marte. Y en pos de tal preciado objetivo, desde hace un tiempo se han enfocado en la construcción del cohete más grande del mundo luego del Saturno V. Se trata del Falcon Heavy (FH), un racimo de tres cohetes Falcon 9, un magnífico vector que les ha traído ya muchas satisfacciones. Por supuesto, una de las grandes inquietudes es ¿y cuánta carga útil puede colocar el FH en LEO? Antes de contestar la vital pregunta, tengamos en cuenta que se trata de una compañía del sector privado de tan solo 15 años de antigüedad. El FH será capaz de poner en órbita unas 64 toneladas, es decir, algo más que el doble de su principal y siguiente competidor. Algo realmente colosal, en particular si se tiene en cuenta que lo realiza ¡a un tercio del costo de este último!
Luego de una ansiosa espera, este martes 6 de febrero será el momento en que el FH despegue por vez primera. Con un empuje equivalente a 18 aviones Boeing 747, el despegue del FH será digno de apreciar y disfrutar. Las implicancias que conlleva la puesta a punto de estas maravillosas máquinas indican que es altamente probable que este primer lanzamiento pueda fallar. En cierto modo, sería lógico. Uno de los más grandes interrogantes en el caso del FH se encuentra en referencia a la cantidad de motores a encender en el momento del lanzamiento. Debido a que cada Falcon 9 posee 9 motores, en el caso del FH ese número asciende a un total de 27. El Saturno V poseía en su primera etapa, 5. El N1 soviético, 30. Y esto último fue, de acuerdo a los expertos, uno de los puntos débiles del cohete ruso. Si SpaceX logra dominar la técnica de encendido y control de los 27 motores Merlin (tal es el nombre de cada uno de ellos), estaremos entonces ante “un antes y un después” en la historia por el acceso al espacio.
Como si fuera poco lo descripto en cuanto a lo que implica el lanzamiento del FH en sí mismo, hay otra componente que marca lo que esta compañía, o mejor dicho, su CEO, Elon Musk, se propone. Una de las acciones a implementar en un lanzamiento de este tipo es justamente el envío de uno o varios objetos a modo de prueba para chequear la posibilidad de lanzar futuras cargas útiles. El objeto que Musk decidió enviar a una órbita alrededor del Sol, más allá de la Tierra es… su propio automóvil Roadster, fabricado por su mismísima compañía de autos eléctricos TESLA. Sin duda alguna, todo un simbolismo que marca a fuego lo que Musk representa en el ámbito tecnológico en estos tiempos modernos.
Una vez que se produzca el lanzamiento y los dos Falcon 9 laterales consuman casi la totalidad de su combustible, se separarán del Falcon 9 central y volverán de manera controlada a Tierra, para aterrizar a poca distancia desde donde fueron lanzados minutos antes. Esta acción será sin duda alguna uno de los mayores espectáculos que podremos disfrutar en caso que la prueba sea exitosa.
No sólo los competidores de SpaceX estarán atentos a lo que suceda el próximo 6 de febrero. Aunque parezca inverosímil, las mismísimas agencias espaciales oficiales de EE.UU. (NASA), Rusia, Europa, y la misma China, seguirán muy de cerca lo que SpaceX pueda demostrar. Se trata de unos de los mayores lanzamientos desde 1973 a la fecha. De fallar, será una experiencia invalorable para mejorar el propio cohete. Pero de lograr el éxito en este primer intento, estaremos frente a una compañía privada que se encontrará “golpeando las puertas del cielo” como nunca antes se ha hecho.
Fuente: Planetario Ciudad de La Plata
*El autor es Director de Gestión Planetario Ciudad de La Plata y se lo puede seguir en Twitter @bagudiego