Después de una maratónica sesión y con 127 votos afirmativos, 117 negativos y dos abstenciones, el proyecto presentado por el Gobierno fue aprobado en Diputados.
Fue uno de los días más agitados del último tiempo para la política argentina. Después de lo que había sido la brutal intervención de las fuerzas de seguridad el pasado jueves, ayer se vivió otra jornada de máxima tensión. Antes que comenzara la sesión en el Congreso, para tratar el proyecto de reforma previsional propuesto por el oficialismo, la Plaza de los Dos Congresos fue escenario de una batalla campal entre la Policía de la Ciudad y algunos manifestantes.
Luego de una hora y media de enfrentamiento intervino también la Policía Federal para intentar aplacar la violencia de un reducido grupo que parecía perseguir un único interés: generar un caos y evitar el debate que debía realizarse en el recinto, donde incluso la mayoría de la oposición pedía una nueva postergación que finalmente no tuvo lugar.
Mientras los diputados daban sus argumentaciones a favor y en contra del proyecto de ley que repercutirá negativamente en el bolsillo de los jubilados, el choque entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes más violentos se trasladaba hasta la avenida 9 de Julio, convirtiendo buena parte de la zona céntrica de la ciudad en un campo de batalla.
No obstante, y con el correr de las horas, comenzó a tomar protagonismo también la ciudadanía en general que, a través de un cacerolazo que se extendió hasta las primeras horas de la madrugada de hoy, tanto en diferentes barrios porteños como en distintos puntos del país, manifestaba su descontento y desaprobación a lo que horas más tarde se votaría en el Congreso.
Finalmente, y después de más de 12 horas de sesión, minutos después de las siete de la mañana se aprobó el proyecto con 127 votos a favor, 117 en contra y dos abstenciones, y se estableció un cuarto intermedio hasta las 17hs para continuar con la sesión que tratará el proyecto de reforma tributaria.
Así se cerró una jornada de muchísima tensión, en la que prevaleció la violencia física fuera del Congreso y la violencia verbal dentro del recinto, donde las chicanas y las acusaciones entre diputados marcaron el tono de una sesión que seguirá generando repercusiones.