Nuestro mundo mejoraba el domingo 19 de octubre de 1913 porque a las 5 de la mañana nacía en Río de Janeiro Vinicius de Moraes, artista que brilló con luz propia.
El “blanco más negro de Brasil”, autor de letras de inifinidad de canciones de la Bossa Nova.
Hombre de letras, por naturaleza, por vocación y por oficio. Adoraba los diminutivos, de allí que lo apodaran “O poetinha”. Se graduó como abogado, una beca lo llevaría a estudiar literatura inglesa en Oxford, allá por 1938. Ejerció la crítica de cine, fue cronista, y gracias a su ingreso en el servicio diplomático, pudo viajar por el mundo. Conoció a Orson Wells, a quien impresionó por conocer de memoria, todos los diálogos de “El ciudadano”.
Gracias a urdir el vínculo entre literatura, teatro, y cine, Vinicius hizo que su obra Orfeo Negro, tragedia del carnaval carioca, fuera llevada al cine y ganara la Palma de Oro de Cannes y el Oscar a la película extranjera, allá por 1959.
Aquel fue el nacimiento de la Bossa Nova. La cosa no quedó allí, porque la banda de sonido, compuesta por un osado pianista llamado Tom Jobim, recorrió el mundo, y la Bossa Nova se convirtió en un género de música popular, reconocido y bailado en todo el planeta.
El Vinicius nuestro de cada día nos recuerda la importancia de cultivar la amistad y su valor:
Tengo amigos que no saben que son mis amigos.
No perciben lo que yo les dedico y la necesidad absoluta que tengo de ellos.
La amistad es una sensación más noble que el amor, porque en este caso
no se prohíbe que ese sentimiento se divida en otro afecto, mientras
que el amor tiene lo intrínseco que son los celos, que no admite la
rivalidad.
Yo podría soportar, aunque no sin dolor, que mis amores hayan terminado,
pero me volvería loco si terminara con todos mis amigos,
aún esos que no perciben que son mis amigos
y parte de mi vida depende de su existencia…
Algunos de ellos no los procuro, me basta saber que existen.
Esta condición me anima para seguir en el frente de la vida;
pero, como no los veo con asiduidad, no les puedo decir cuánto gusto de ellos.
No lo van a creer, muchos de ellos están leyendo este mensaje y no saben
que están incluidos dentro de esa relación sagrada de mis amigos;
Los adoro, aunque no lo declare ni los vea, y cuando los veo, noto que son
indispensables en mi equilibrio vital,
porque son parte de mi mundo que trémulamente yo construí.
Por lo tanto ruego por la vida de ellos cuando me sumerjo en estos pensamientos
y me avergüenzo por compartir poco,
ha sido mi precio, dirigido a mi bienestar, tal vez fruto de mi propio egoísmo.
Si algo me consume y envejece es no haber tenido suficiente
tiempo con todos, de hablar, compartir, disfrutar, incluyendo aquellos
que ni siquiera saben o sabrán que son mis amigos.
La gente no hace amigos, los reconoce.
Nos despide con esta bendita samba ..