El presidente lo hizo incluso antes de que se conozca la palabra del Tribunal Electoral.
¿Cómo amanece Bolivia este jueves? Evo Morales llama a conferencia de prensa a las 7 de la mañana. Demora media hora en llegar, aunque le espera un nutrido grupo de periodistas bolivianos y extranjeros.
Sus primera palabras, “buenas noticias”, pronunciadas en un tono muy bajito para alguien que está acostumbrado a hacer discursos a multitudes.
El líder de las federaciones de cultivadores de coca y presidente de Bolivia, continúa diciendo que ha ganado las elecciones en primera vuelta y en su discurso baraja algunos números, que no dicen mucho. Así van las cosas, con el vaivén en las cifras oficiales que cambian inexplicablemente desde el día de las elecciones a las 20hs. cuando se suspendió la transmisión de resultados preliminares que pre anunciaban una segunda vuelta y se reinició casi 24 horas después, con un escenario completamente distinto.
Morales reconoce que el margen es pequeño, pero pondera que se debe al voto campesino y no reconocerlo es un acto de discriminación. Además, a pesar de que su candidatura ha sido fuertemente cuestionada por contravenir a la Constitución Política boliviana en lo referido a la re elección, hoy llama a todos a respetarla en lo referido a las reglas del balotaje.
A la hora de las preguntas, los primeros periodistas le siguen el juego con preguntas aclaratorias, pero cuando uno se arma de valor, otros le siguen ¿qué hará con el anuncio de desconocimiento de las elecciones de parte de algunos sectores? ¿No debería anunciar la victoria el Tribunal Electoral? Y ¿las respuestas? Citas del (mal) comportamiento electoral de décadas pasadas.
En otro escenario, en las redes reales y las digitales, un flujo interminable de mensajes y comentarios.
En los medios surgen más preguntas que respuestas. ¿Oirá las sugerencias de la Iglesia o de la OEA de realizar la segunda vuelta independientemente del margen en la diferencia de votos?¿Se esclarecerá la marea de denuncias de supuestos micro fraude, de los despidos de funcionarios públicos que no demostraron haber votado por el oficialismo, del traslado del conteo de votos a otras ciudades e incluso a empresas, del descubrimiento de papeletas previamente marcadas y del descubrimiento de ellas en casas particulares, de las cifras y cálculos que no concuerdan y se contradicen, de la migración de datos a servidores no garantizados?, por citar algún que otro caso que salió en los medios y por las redes sociales. ¿Pero qué pasó con los cabildos y manifestaciones multitudinarias para pedir la transparencia? ¿Cuál es la lectura de los paros indefinidos en las capitales del país? ¿Se tomará en cuenta las pericias que los dirigentes cívicos presentan sobre la manipulación de datos?
Las respuestas llegarán en las siguientes horas o días, cuando el tribunal electoral emita una palabra final.
Mientras tanto, el discurso oficialista se repite y no se mueve al llamar “golpe de Estado interior y exterior” a cualquier manifestación personal o colectiva que sugiera que hubo manipulación abusiva de los votos para que Morales se mantenga en la presidencia del país. Incluye a la OEA en este saco y la cuestiona por sus observaciones realizadas antes de la conclusión del cómputo oficial.
En este orden, las marchas ciudadanas pacíficas y algunas violentas contra las cortes electorales locales han sido catalogadas todas como parte de un complot orquestado desde antes de las elecciones por la oposición y las fuerzas de la derecha.
Concluido el evento periodístico, este día marcado como jueves 24 de octubre de 2019, Morales se dirige a Cochabamba, ciudad donde se encuentra con miles de campesinos llegados desde los andes, de los valles y desde el trópico, además de funcionarios de las instituciones estatales, para respaldar el anunciado triunfo, todavía no oficializado por el Tribunal Electoral.
Cabal. Esa es la lectura correcta. Así fue. Así es la realidad.