El secretario general de la OEA, Luis Almagro, propició que el organismo debata sobre la situación política en Venezuela. Considera que hubo una alteración del orden democrático que se puede corregir convocando a nuevas elecciones.
“No estamos en contra del diálogo. Estamos en contra del fracaso del diálogo”, afirma el secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, refiriéndose a la situación política de Venezuela un día después de que 20 países miembros del organismo aprobaron un documento en el que se propone una hoja de ruta para restaurar la plena vigencia de la democracia en el país caribeño.
En un artículo que hoy publica el diario estadounidense New York Times, Almagro aclara que “la
suspensión (de la OEA) es el último recurso que se encuentra en nuestro marco regulatorio para presionar” al gobierno venezolano para que celebre elecciones y desbloquee el actual impasse entre los poderes del Estado.
En el artículo Almagro explica que la Carta Democrática de la OEA fue firmada por los 34 países del organismo precisamente para evitar el regreso a regímenes autoritarios que en el pasado han plagado la región latinoamericana y en ella se refuerza el principio de que “la democracia es un derecho de los ciudadanos que los gobiernos deben garantizar”.
Sin embargo, “el gobierno venezolano suspendió el referendo revocatorio del presidente Nicolás Maduro el pasado mes de octubre y también las elecciones de 2016 de gobernadores estatales”, violando normas constitucionales, resume Almagro. Además, “la oposición ganó la mayoría de la Asamblea Nacional en 2015, pero la Corte Suprema de Justicia, controlada por el poder ejecutivo, despojó al parlamento de sus poderes”, al tiempo de que hay más de 100 personas encarceladas por sus ideas, entre ellas uno de los líderes opositores, Leopoldo López.
El secretario general de la OEA también señala la presencia de elevados niveles de ineficiencia y de corrupción, con funcionarios estatales vinculados al narcotráfico, factores que han sumido el país en una grave escasez de géneros de primera necesidad, como los medicamentos, en medio de una crisis económica y de una inflación del 700%.
“No podemos seguir mirando hacia otro lado. Los países miembros de la OEA deben reivindicar su compromiso con la democracia”, sostiene el funcionario y por ello se justifica su llamado del pasado 14 de marzo a que el Gobierno de Venezuela llame a elecciones para evitar la aplicación de esta medida que dejaría el país todavía más aislado del resto de la comunidad americana.
Para Almagro se está ante una alteración del orden democrático que justifica la aplicación de lo establecido por la Carta Democrática. Si bien desde el 2014 la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la OEA, el Mercado Común del Sur (Mercosur), el Vaticano y el Departamento de Estado de Estados Unidos, y tres ex presidentes están realizando gestiones para establecer “un diálogo constructivo con el gobierno venezolano”, hasta el momento no han tenido éxito, en parte porque “el objetivo del gobierno ha sido crear la ilusión de un diálogo sin comprometerse verdaderamente con hacerlo efectivo”.
Ayer, los ex presidentes Leonel Fernández (República Dominicana) y Martín Torrijos (Panamá) y el ex jefe de gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero volvieron a señalar la necesidad de avanzar por la vía de las gestiones diplomáticas más que a través de presiones, aludiendo indirectamente a la iniciativa de Almagro. Lo que deja entrever que no hay un consenso general acerca del tipo de camino a seguir. En efecto, la hoja de ruta aprobada ayer por 20 países, es bastante vaga en sus contenidos. Por otra parte, contribuye al escaso éxito de los intentos de diálogo, la postura radicalizada de la oposición venezolana, a menudo cercana al uso de la violencia.
Sin embargo, para Almagro cabe al gobierno de Nicolás Maduro la mayor parte de la responsabilidad al detentar el poder sustancial en el país. Entre los pocos resultados conseguidos y la dura crisis que vive la ciudadanía Almagro opta por presionar con la aplicación de la Carta Democrática. “¿Cuánto tiempo más el pueblo de Venezuela debe seguir sufriendo la opresión y la privación?”, se pregunta. “Si el gobierno de Maduro quiere evitar las consecuencias potencialmente desastrosas de una suspensión, debe hacer un verdadero compromiso con la democracia y tomar medidas claras para restablecerla. Creo, como lo hace cualquiera que tiene fe en la democracia del hemisferio, que exigir esto es nuestra obligación moral”.
Almagro es consciente que no puede haber un uso ideológico de los acuerdos internacionales. Por las mismas razones, de alteración del orden democrático, en 2009 fue suspendido Honduras. Y por mucho menos, Paraguay fue suspendido del Mercosur temporariamente. ¿Puede haber en esto una especial contemplación de la situación de Venezuela?
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