La entrevista en directo con el Papa Bergoglio durante el programa Che tempo che fa de la RAI 3.
La noticia había circulado en los días anteriores y, entre una y otra actuación en Sanremo, la Rai 1 la había dado a conocer a los italianos. Después de la kermesse musical/espectacular, parecía decir, manténgase en sintonía con Rai: desde el primer canal, cambie al tercero. Te espera un súper invitado: el Papa Francisco, entrevistado por Fabio Fazio en su programa semanal Che tempo che fa.
Reconozcámoslo, entrevistar al Papa Francisco en directo es un privilegio que muchos periodistas quisiéramos disfrutar, por lo que si uno de nosotros consigue tener esta maravillosa experiencia, nacida de una amistad personal -según entendemos-, nos alegramos. Bravo por Fabio Fazio que, combinando humanidad y profesionalidad, ha permitido a los italianos conversar con este hombre que, hace casi nueve años, recién elegido, apareció desde el balcón de San Pedro exclamando: “Hermanos y hermanas, buenas noches” y que, desde entonces, no deja de concluir cada uno de sus discursos diciendo: “No se olviden de rezar por mí”.
Preguntas incómodas sobre temas “pesados”, desde la guerra a la migración, desde la miseria humana al sufrimiento de la Tierra, desde la agresión social a la relación entre padres e hijos, desde el Mal en acción contra los inocentes al clericalismo en la Iglesia. Con notas más personales sobre la amistad, la música y la televisión, la oración.
Es un Papa serio, a veces casi fatigado, ciertamente sincero y que escucha profundamente a su interlocutor. Por la mañana, durante el Ángelus, le oímos expresar fuertes palabras contra la mutilación genital a la que son sometidas tantas niñas y la trata que destruye la vida de tantas mujeres. Si hay un leitmotiv que podemos recoger a lo largo de su discurso es quizás una pregunta básica: “¿Cómo es posible que esto ocurra?”.
¿Cómo es posible que tantos inmigrantes, incluso niños, mueran congelados en la frontera entre Turquía y Grecia o sean devueltos para morir en los lagers de Libia? ¿Cómo es posible que el Mediterráneo sea “el mayor cementerio de Europa” y que este continente nuestro sea incapaz de tener una política de acogida y redistribución entre todos los países?
¿Le parece normal, parece advertir Francisco, que la guerra esté en la cima de las agendas de tantos gobiernos, que la venta de armas alimente las economías del mundo a costa de la dignidad de millones de personas que podrían vivir en lugar de morir con ese mismo dinero?
¿Le parece bien cerrar los oídos al grito de la Tierra que, como dice una canción de Roberto Carlos citada por el Papa, “no canta porque ya no está”?
No faltan remedios para todo esto. Por ejemplo, tocando las miserias. Frente a la tentación de “mirar para otro lado”, de alejarse de las tragedias que nos cuentan los medios de comunicación, “no basta con ver, es necesario sentir, es necesario tocar”, subraya Francisco. O para expresar cercanía. “En la sociedad vemos cómo a menudo la gente mira a los demás para dominarlos, para someterlos, y no para ayudarlos a levantarse. Un hombre sólo puede mirar de arriba hacia abajo a otro cuando le ayuda a levantarse”.
La capacidad de perdonar también puede cambiar las cosas, hasta el punto de que el Papa llega a definir el ser perdonado como “un derecho humano”. ¿Y qué hay de la importancia de rezar? Francisco habla de ello con ejemplos muy cercanos a cada uno de nosotros. “Rezar es lo que hace un niño cuando se siente limitado, impotente”, y se vuelve hacia su padre, buscando, más que una respuesta, atraer su mirada. “Rezar es entrar con fuerza, más allá de los límites, más allá del horizonte, y para nosotros los cristianos rezar es encontrarnos con papá”.
Por supuesto, lo negativo que existe en el mundo concierne también a la Iglesia afligida, según la respuesta de Bergoglio, por la “mundanidad espiritual”, por el clericalismo, por la rigidez que aleja del Evangelio.
¿Te sientes solo, sientes el peso de lo que llevas? Fazio le pregunta. No, este Papa no se siente solo, le sostiene la ayuda de los amigos, de quienes en la comunidad eclesial trabajan por el bien, confía en Dios y en las oraciones que, una vez más, pide a quienes le han escuchado. Y ya circula por las redes sociales y vía WhatsApp la oración por el buen humor que Francisco dijo recitar a menudo, porque el humor “es una medicina, relativiza todo y hace sentir bien”.
Fuente: Città Nuova