Una diferencia sustancial respecto de los combustibles que se caracterizan por la acumulación. Una revolución silenciosa que está en marcha.
Dos imágenes de estos primeros días de enero relatan el cambio estructural en marcha y, de alguna manera, indican un rumbo para nuestro futuro. La primera es la del buque petrolero iraní envuelto por las llamas en el mar de China oriental, luego de la colisión con un carguero. La segunda imagen es la de la tormenta de viento que azotó Europa Central. Ambas imágenes guardan relación con los temas energéticos: el petróleo derramado y que arde provocando un daño ambiental para el mar y el aire (además, 36 marinos siguen desaparecidos).
El mal tiempo europeo, en cambio, ha puesto en marcha como nunca el sistema de producción eólico con más de 2 mil millones de kw/h, cubriendo de este modo casi un tercio de la demanda energética de la Unión Europea, es decir las necesidades de energía de 215 millones de familias o el 75% de la demanda del sector industrial.
El incidente en el mar chino ha producido un incremento del precio del crudo al tiempo que el viento bajaba el costo de la energía producida por los molinos eólicos. De hecho, cuanto más producen las fuentes renovables, más bajo es el costo medio de la unidad de energía. Eso supone un cambio estructural: los combustibles fósiles dependen a menudo de acuerdos políticos y crisis diplomáticas, o de incidentes o crisis ambientales que, por lo general hacen subir sus precios. Sus efectos sobre la economía son con frecuencia dañinos.
Por el contrario, las energías renovables son cada vez más convenientes, además que buenas para el ambiente y la salud. Su producción se concentra y es más difusa. Si un sector no funciona bien, funcionará otro y el sistema seguirá produciendo energía. Hay una mayor “democraticidad” en su organización productiva, al tiempo que generan bienes comunes: pues el sistema está obligado a compartir su excedente productivo puesto que no tiene tendencia a acumularlo. Esta diferencia es clave: es un sistema que tiende a compartir.
Se estima que en diez años la Unión Europea cubrirá con energías renovables casi un tercio de sus consumos, además bajando costos. Es algo que acontece en modo revolucionario y silencioso, en modo contundente e irreversible.