Se reducen los números de la pobreza pero no la desigualdad. Los pueblos originarios sufren más el impacto.
Esta semana en Chile hubo debate en torno a los números de la pobreza que se deprenden de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) 2015. Se trata de una encuesta realizada a lo largo de todo el territorio nacional cada dos años.
Si el porcentaje de población en situación de pobreza (medida en base a los ingresos) es del 11,7 por ciento (con una baja de más de 2 puntos respecto de 2013, cuando alcanzaba el 14,4) en el caso de los pertenecientes a los pueblos indígenas este porcentaje sube al 18,3 por ciento. Cuando además se miden factores multidimensionales, los indígenas en situaciones de pobreza son 30,8 por ciento de esta población. En general, la población chilena en situación de pobreza multidimensional es del 20,9 por ciento.
La medición de la pobreza multidimensional responde a una nueva metodología que estrenó el instrumento de la encuesta CASEN ya en esta edición amplió una categoría (de Vivienda a Vivienda y entorno) e incorporó otra: Redes y Cohesión; cuyos indicadores se suman a los ya tradicionales como son Educación, Salud, Trabajo, Seguridad Social.
El total de la población indígena de Chile es de 1.565.915 sobre un total que supera por poco los 18 millones de habitantes. Eso indica que al menos más de 500 mil personas indígenas viven en pobreza, es decir, que uno de cada tres indígenas es pobre.
La encuesta considera las etnias reconocidas por la Constitución, tales como la aymara, quechua, atacameño, coya, yagán, diaguita, kawésqar, mapuche y rapa nui; además, el instrumento fue aplicado a 83.887 hogares, cuya muestra se distribuyó en las 324 comunas que componen el país.
Los mapuches representan el 84,4 por ciento de los pueblos originarios presentes en el país (más de 1.300.000); los aimara son algo más del 7 por ciento (unos 120.000 ciudadanos) y siguen los diauitas (50 mil) y los quechua (30 mil).
Si bien la Encuesta CASEN señala una reducción de la pobreza, sigue amplia la brecha de la desigualdad social, que es entre las más altas de la región. Para el obispo de Aysén, Luis Infanti, es de subraya que la problemática de la pobreza va más allá de los ingresos cuando señala que en su región “el 96 por ciento de la propiedad del agua es de una transnacional”.