El PNUD lanzó una alerta a los Gobiernos de la región para que adopten políticas públicas más profundas para evitar que entre 25 y 30 millones de personas queden por debajo de la línea de pobreza.
El adverso panorama económico en la región de América Latina puede tener el efecto de provocar que hasta 30 millones de personas vuelvan estar por debajo de la línea de pobreza. Es éste el alerta que lanza un informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). “Observamos con preocupación que los logros de la década (pasada) se encuentran amenazados. Estimamos que entre 25 y 30 millones de personas se encuentran en peligro de recaer en la pobreza”, dijo la directora del PNUD para América Latina y el Caribe, Jessica Faieta.
El documento, “Progreso Multidimensional: bienestar más allá del ingreso”, fue presentado ayer en la sede permanente del Parlamento Latinoamericano en Panamá. En el mismo se solicita a los Gobiernos de la región a adoptar políticas públicas de mayor calado, que busquen algo más que incrementar los ingresos, para evitar echar por tierra lo alcanzado durante los años del “boom” económico.
Durante el periodo entre el 2003 y el 2013, en la región dejaron de ser pobres 72 millones de personas, al tiempo que los sectores de clases medias se incrementaron de unos 94 millones. Sin embargo, estos resultados positivos pueden verse reducidos ante el actual panorama económico, la saturación e informalidad del mercado laboral y el techo fiscal con el que se han topado la mayor parte de los países de la región, que les impide recaudar más impuestos y por tanto invertir en políticas sociales.
A las previsiones del PNUD se agregan los datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), según la cual el PBI regional cerrará por segundo año consecutivo con un retroceso y registrará una recesión del 0,6 por ciento, arrastrado principalmente por la grave y profunda recesión de Brasil y Venezuela, las dificultades de Argentina que también cerrará el año con una recesión de dos puntos.
“Mientras que salir de la pobreza se relaciona sobre todo con el empleo y la educación, los factores que impiden que las personas recaigan en ella coinciden con el acceso a la protección social, con el acceso a bienes físicos y financieros y con la mejora de la calidad laboral”, explicó Faieta. En opinión del PNUD, las nuevas políticas públicas tienen que aumentar la resiliencia de los ciudadanos y su capacidad para enfrentar cualquier situación adversa como una recesión económica, un desastre natural o un problema de salud.
Estas medidas deben centrarse no solo en el PIB per cápita, sino en mejorar otros aspectos importantes como la seguridad, la calidad del empleo, la igualdad o la conservación del medioambiente, entre otros.
El informe de la ONU, con el que colaboró la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), señala que uno de los grandes problemas estructurales de la región es la feminización de la pobreza y los niveles de participación del género en el mundo laboral, que siguen siendo bajos a pesar de que en los años del “boom” las mujeres trabajadoras pasaron del 50 al 66 por ciento. También lo son el estancamiento del proceso de urbanización y la precariedad laboral, que aqueja principalmente al sector servicios, donde el 80 por ciento de los trabajadores se encuentran en situación de vulnerabilidad.
Sin embargo, “el crecimiento económico no es garantía para reducir la pobreza y la desigualdad. Desde los parlamentos tenemos la obligación de repensar los modelos económicos para ir cerrando brechas y para que la principal inversión de los países vaya a favor de la sociedad”, afirmó la presidenta del Parlatino y de la Asamblea Nacional de Ecuador, Gabriela Rivadeneira, en consideración del hecho que el actual nivel de desigualdad no garantiza que un eventual crecimiento pueda redistribuirse beneficiando a los sectores más pobres, sino todo lo contrario, beneficiando a sectores de altos ingresos.