Fue un miércoles de Selección. Primero las mujeres remontaron un 0-3 frente a Escocia alcanzando un empate histórico en el Mundial. En cambio a la noche, los varones no pudieron con Paraguay, igualaron 1 a 1 y la continuidad en la Copa América es incierta.
La felicidad de las chicas
Poco a poco el fútbol femenino va ganando terreno. No sólo en la cantidad de mujeres que practican el deporte sino en el interés del público. 12 años atrás, en lo que había sido la segunda y hasta entonces última participación de Argentina en el Mundial de fútbol femenino, muy pocos prestaban atención a lo que vivían las dirigidas por Carlos Borrello. Sin embargo, actualmente el seleccionado despierta cierta admiración. ¿Por los resultados? ¿Ganaron algo? En absoluto. Pero sí han demostrado un coraje que les permite “ocultar” sus propias limitaciones, incluso ante ciertas potencias de la disciplina.
Buena parte de la atención que han generado las mujeres se debe precisamente a lo ocurrido este miércoles en Francia. Argentina cerró su participación en el Grupo D del Mundial con una hazaña. Tras ir perdiendo 3 a 0 con Escocia, en los últimos minutos del encuentro logró la igualdad que le da una mínima cuota de esperanza para continuar en el certamen. Debe esperar que tanto Nueva Zelanda-Camerún y Chile-Tailandia terminen empatados para poder acceder a la siguiente ronda.
No obstante, y más allá de esos resultados, lo hecho por las jugadoras argentinas ya entró en la historia. “Hace muchos años que Argentina no interviene en el fútbol femenino, no estaba en el mapa de FIFA y ha podido volver con poco tiempo. Si continuamos con este trabajo, en el próximo mundial Argentina tendrá otras pretensiones, que es lo lógico”, aseguró Borrello y agregó una descripción que resalta aún más el esfuerzo de sus dirigidas: “Venimos de dos años parados, necesitamos muchos más partidos internacionales, desarrollo de las jugadoras, hay muchas cosas que mejorar. Pero esto va a ser un impulso importante para eso, que la selección no se detenga, que cualquier evento que venga se pueda jugar, al menos diez partidos anuales internacionales. Argentina tiene que comenzar a desarrollar las edades tempranas para el famoso recambio”.
Lo que pueda suceder de aquí en adelante para Argentina en el Mundial sin dudas será de regalo. Lo tienen merecido. El proceso de la Selección femenina está dando sus primeros pasos y un empate como el conseguido ante Escocia vale celebrarlo.
Un equipo a la deriva
Distinto es lo que sucede con la Selección de hombres. Argentina viene de caer 2 a 0 ante Colombia y empatar 1 a 1 con Paraguay en la Copa América y debe vencer a Qatar en la próxima fecha para lograr la clasificación a cuartos de final. Así y todo, dependiendo de ciertos resultados, hasta podría quedar eliminada. Hasta allí, la letra.
El problema es cuando se empieza a analizar la manera en que se dan esos marcadores preocupantes. Es cierto que Argentina está iniciando un recambio generacional, que es el primer torneo oficial con este cuerpo técnico y que aún no hay demasiado trabajo en las espaldas como para exigir una perfecta conexión entre las piezas del seleccionado. Sin embargo, lo que se percibe cada vez que el equipo sale a la cancha es el desconcierto, no saber cuál es la idea que se propone y, sobre todo, la falta de confianza en varios de los jugadores y cuerpo técnico.
Luego de un primer tiempo para el olvido y cayendo 1 a 0 con Paraguay, Argentina entendió que debía salir al complemento con otra actitud. Y así lo hizo. La buena decisión de hacer ingresar a Sergio Agüero y sumarle un socio más a Lionel Messi en el ataque enseguida trajo frutos. Más agresividad, un penal y el empate esperado en los pies del capitán. Pero duro poco.
Lionel Scaloni entendió que Lautaro Martínez, delantero que se había visto favorecido por el aumento de la vocación ofensiva en el segundo tiempo, debía salir. Y a partir de allí Argentina volvió a caer en un pozo, ese pozo que torna todo oscuro, en el que no aparecen las ideas y del que le cuesta salir si no es por alguna genialidad individual… que por otro lado también escasean.
El recambio es necesario. Pero debe ir acompañado en el aumento de confianza y en la seguridad que se camina hacia un destino claro. Quien comanda a la Selección parece no tenerlo claro. Los jugadores tampoco. Y el resultado es un equipo que parece a la deriva.