Fue a través del documento “Oeconomicae et pecuniariae quaestiones”.
La Congregación para la Doctrina de la Fe y el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral difundieron hoy el documento “Oeconomicae et pecuniariae quaestiones”, con consideraciones para un discernimiento ético sobre algunos aspectos del actual sistema económico y financiero.
Las consideraciones, decididas en la sesión ordinaria del dicasterio, fueron aprobadas por el papa Francisco en una audiencia concedida al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, monseñor Luis F. Ladaria.
“Las cuestiones económicas y financieras, nunca como hoy, atraen nuestra atención, debido a la creciente influencia de los mercados sobre el bienestar material de la mayor parte de la humanidad. Esto exige, por un lado, una regulación adecuada de sus dinámicas y, por otro, un fundamento ético claro, que garantice al bienestar alcanzado esa calidad humana de relaciones que los mecanismos económicos, por sí solos, no pueden producir”, indicó.
“Muchos demandan hoy ese fundamento ético y en particular los que operan en el sistema económico-financiero. Precisamente en este contexto se manifiesta el vínculo necesario entre el conocimiento técnico y la sabiduría humana, sin el cual todo acto humano termina deteriorándose y con el que, por el contrario, puede progresar en el camino de la prosperidad para el hombre que sea real e integral”, agregó.
Asimismo, reclamó acciones de control sobre el sistema financiero porque el mercado “es incapaz de regularse a sí mismo” y advirtió sobre la “especulación” que hacen los fondos de inversión sobre los títulos de deuda pública en el mundo.
“La experiencia de las últimas décadas ha demostrado con evidencia, por un lado, lo ingenua que es la confianza en una autosuficiencia distributiva de los mercados, independiente de toda ética”, sostuvo.
El Vaticano consideró “gravemente inmorales e injustos” los paraísos fiscales y las herramientas financieras como los derivados y las permutas de incumplimiento crediticio son gravemente inmorales e injustos, a los que calificó de “bombas de tiempo activadas” que perjudicarán sobre todo a los más pobres del mundo.
“La crisis financiera reciente podría haber sido la oportunidad para desarrollar una nueva economía, más atenta a los principios éticos, y una nueva regulación de las actividades financieras que neutralizara las dimensiones depredadoras y especulativas”, aseveró.
Las principales conclusiones
Frente a la inmensidad y omnipresencia de los actuales sistemas económico-financieros, nos podemos sentir tentados a resignarnos al cinismo y a pensar que, con nuestras pobres fuerzas, no podemos hacer mucho. En realidad, cada uno de nosotros puede hacer mucho, especialmente si no se queda solo.
Muchas asociaciones con origen en la sociedad civil son, en este sentido, una reserva de conciencia y responsabilidad social, de la que no podemos prescindir. Hoy más que nunca, todos estamos llamados a vigilar como centinelas de la vida buena y a hacernos intérpretes de un nuevo protagonismo social, basando nuestra acción en la búsqueda del bien común y fundándola sobre sólidos principios de solidaridad y subsidiariedad.
Cada gesto de nuestra libertad, aunque pueda parecer frágil e insignificante, si se orienta realmente al auténtico bien, se apoya en Aquel que es el Señor bueno de la historia, y se convierte en parte de una positividad, que va más allá de nuestras pobres fuerzas, uniendo indisolublemente todos los actos de buena voluntad en una red que une el cielo con la tierra, verdadero instrumento de humanización del hombre y del mundo. Esto es lo que necesitamos para vivir bien y nutrir una esperanza que esté a la altura de nuestra dignidad de personas humanas.
La Iglesia, Madre y Maestra, consciente de haber recibido en don un inmerecido depósito, ofrece a los hombres y las mujeres de todos los tiempos los recursos para una esperanza fiable. María, Madre del Dios hecho hombre por nosotros, tome de la mano nuestros corazones y los guíe en la sabia construcción de aquel bien que su Hijo Jesús, a través de su humanidad hecha nueva por el Espíritu Santo, ha venido a inaugurar para la salvación del mundo.
Fuente: AICA