Conversamos con el ingeniero Jorge Podestá, combatiente de la guerra de Malvinas.
La “excusa” fue la de evocar su regreso al continente, ocurrido el sábado 19 de junio de 1982. Aquel día el buque Canberra amarró en el muelle Storni de Puerto Madryn, trasladando a mas de 4000 argentinos que fueron fríamente recibidos por las desautoridades de aquel entonces.
Aquellos militares no pudieron contener el fragor de los habitantes de Puerto Madryn quienes sobrepasaron las vallas que se habían impuesto, para acercarse a los soldados y expresarles su agradecimiento, y cariño. Lo hicieron como pudieron, llamando telefónicamente a las casas de los soldados, para reportar que estaban bien, cosa que suena extraña en tiempos de los teléfonos celulares que por aquel entonces ni existían.
También satisfacieron el hambre de aquellos soldados, preguntándoles qué querían. La respuesta casi universal fue “Pan, queremos pan”. Un alimento tan sencillo como esencial, tanto en el sentido humano, como en el trascendente. El Pan de vida.
Así estos efectivos regresaban de un combate encarnizado y volvían a la vida. Claro está, había mucho por reconstruir. Puerto Madryn y su población fueron una brillante excepción, a lo que sucedió en tiempos posteriores, donde estas personas quisieron ser escondidas por el desgobierno militar, que ya se sabía en tiempo de retirada, aunque muchos se resistían a dejar el poder y el oprobio.
El testimonio del joven soldado Jorge Podestá que por aquel entonces contaba con 18 años y una guerra a cuestas, es elocuente. Aquí compartimos un fragmento donde nos relata su situación en marzo de 1982, con un estudiante que había concluido con su servicio militar y cursaba el ingreso a la Universidad Tecnológica Nacional, la querida UTN.
El 2 de abril de 1982 fue un parteaguas. Jorge, como tantos otros ex soldados, fue reincorporado al servicio militar. En su caso, fue trasladado a las Islas Malvinas, donde pasó más de cincuenta días junto a la Batería B del Grupo de Artillería de Defensa Aérea, el GADA 101.
Jorge recuerda el abrazo de la población madrynense, que desde 2019 luce un mural de 35 x 4 mts. que retrata El regreso de Malvinas en tres viñetas: Desembarco, Recibimiento y Silencio.
A Dios gracias, contamos con del soldado devenido ingeniero quien conversó con Ciudad Nueva y compartió su testimonio de los abrazos que lo hicieron volver y levantarse a diario.