El mineral sigue siendo extraído en proyectos mineros en desarrollo y utilizado para la producción de energía, pese a ser altamente contaminante.
Varios países de América latina y el Caribe mantienen proyectos de desarrollo del uso del carbón, pese a los esfuerzos mundiales para disminuir la producción y el uso de este mineral para la producción de energía. Estos planes contradicen las metas climáticas adoptadas voluntariamente por las naciones de la región y el compromiso de incrementar las fuentes limpias y renovables, que forman parte del Acuerdo de París sobre el clima, aprobado en diciembre de 2015.
Si bien la región latinoamericana no tiene un gran peso global en el sector, pero este sí tiene influencia en una región, además, particularmente vulnerable al cambio climático. Colombia, por ejemplo, exporta mucho carbón y eso genera una dependencia que podría durar años.
En la 23 Conferencia de las Partes (COP 23), que se llevó a cabo en Bonn (Alemania), la ong Urgewald presentó el informe “Lista Global para el Abandono del Carbón” (GCEL, en inglés), que presenta la situación regional del mineral en el contexto global. El listado abarca unas 770 corporaciones extractivas, comercializadoras, prestadoras de servicios y generadoras termoeléctricas dentro de la cadena de valor del sector y señala que en América Latina y el Caribe, la capacidad termoeléctrica instalada con fuente carbonífera asciende a 17.909 megavatios (MW), de los cuales la mayoría opera en México (5.351 MW), Chile, (5.101 MW) y Brasil (4.355 MW).
Los proyectos en marcha que contemplan el uso de carbón suman 8.427 MW, de los cuales Chile aportaría 2.647, Brasil 1.540, República Dominicana 1.070, Venezuela 1.000, Jamaica 1.000, Colombia 850 y Panamá 320. Esos emprendimientos anclarían aún más el contaminante mineral en la región y dificultarían su retiro para combatir el cambio climático.
La GCEL identifica 14 empresas originarias de la región, de las cuales cinco son brasileñas, otras cinco colombianas y una por país de Chile, Perú, República Dominicana y Venezuela. Además, empresas transnacionales como las estadounidenses AES y Drummond; la italiana Enel, la francesa Engie, la anglosuiza Glencore, la angloaustraliana BHP Billiton y la británica Anglo American también que operan en el sector del carbón en la región.
La campaña contra el uso del carbón busca que los inversionistas retiren los fondos del sector carbonífero, a modo de cancelar nuevos proyectos y clausurar progresivamente los vigentes.
Mariana Rojas, directora de Cambio Climático del Ministerio de Ambiente del Colombia, la dificultad de abandonar ese fósil señalando a IPS que “se trabajan diferentes estrategias para los diferentes sectores. Queremos incentivar el incremento de las renovables en la matriz energética, ha habido más competitividad por los bajos precios de las renovables. Pero no podemos llegar y sacudir a todos los sectores”, declaró la funcionaria.
Brasil ya autorizó al menos otra planta en construcción por 340 MW, pero hay avales para al menos seis instalaciones más para generar 804 MW.
México afronta una situación similar, pues los permisos mineros vigentes expirarían a 2062 sobre reservas que superan los 700 millones de toneladas.
La estatal CFE de ese país ha recurrido desde 2015 a subastas electrónicas de carbón, para controlar el abastecimiento de más de dos millones de toneladas anuales y regular la actividad.
Otros países avanzan en la reducción de la dependencia del carbón. Alemania prescindirá del mineral en 2018, mientras Canadá ya anunció que en 2030 dejará de quemarlo e Italia se comprometió a hacerlo en 2025.
Los ambientalistas señalan la importancia de eliminar los subsidios al carbón y redirigirlos a fuentes renovables y limpias como la energía solar y eólica.