El gran engaño del referéndum.
El voto contra la libre circulación de los otros ciudadanos europeos. La postura neoliberal de Londres que se opuso a la tutela reforzada de los trabajadores. El voto juvenil. La apertura a una fuerza disgregadora.
Algunos aspectos del referéndum británico son paradójicos y hasta grotescos.
1. En algunas circunstancias el referéndum de máxima expresión de la democracia, se revela un engaño. Reducir el tema de la pertenencia a la Unión Europea (UE) a un “sí” o un “no” significa manipular la opinión pública. En la sustancia, ¿qué han votado los británicos? No son parte de la moneda única, no aceptan la apertura de fronteras (Schengen), no siguen los parámetros fiscales, no son parte de la Unión Bancaria, no adhieren a la carta de los derechos fundamentales de la UE y, además, cada año reciben el así llamado “rebate”, es decir recuperan parte de las financiaciones que abonan a la UE. Dudo que hayan votado en contra del Mercado Único, contra el proyecto Erasmus (programas para estudiantes), contras los fondos que las universidades británicas reciben cuantiosamente del Consejo Europeo para la Investigación.
2. Se dice que los británicos han votado contra la inmigración y el multiculturalismo. Pero la inmigración poco tiene que ver con el Reino Unido o con los refugiados de Oriente Medio y sí, en cambio, con la historia colonial (africana y asiática) del Imperio Británico. Las políticas multiculturales y migratorias inglesas no son cierto dictadas por la UE sino por el Gobierno y el Parlamento nacional.
3. Lo único por lo que los británicos han votado realmente en contra es la libre circulación de trabajadores dentro de la UE. Es decir, contra los demás ciudadanos europeos. Lo que es muy grave: pueden circular las mercaderías, pueden circular los capitales, pueden circular los servicios, pero no las personas que trabajan. No está mal como forma de “Europa de los pueblos”, como afirman envalentonados los que se oponen a la UE.
4. La rebelión contra la UE proviene de los sectores económicamente más afectados por la crisis. Pero el liberalismo económico, que ha expuesto a los trabajadores a la agresión del mercado global, es un producto “anglo-inglés” que se contrapone netamente a la idea de una economía social de mercado de tipo continental. La razón de fondo por la que los británicos no han adoptado la carta fundamental de los derechos de la UE reside precisamente en la oposición a incluir en la legislación las tutelas sociales reforzadas para los trabajadores, obedeciendo a la ideología de la liberalización de los mercados en la economía global. El éxito británico en el capitalismo financiero y especulativo se debe precisamente a esta opción de fondo y, por tanto, a la escasa protección de los que por edad o por falta de capacitación o de títulos de estudio, no son trabajadores competitivos en el mercado laboral.
5. Desde este punto de vista los ingleses han votado contra sí mismos más que contra la UE, que aplica un modelo diferente que los británicos consideran, en el fondo, asistencialista y estatista. Los que han exultado por la victoria de la salida del bloque en nombre de una UE más atenta a las necesidades y más inclusiva en términos socio-económicos, se equivocaron de objetivo. El Reino Unido y los gobiernos desde Margaret Thatcher a Tony Blair y Cameron han impulsado hacia la desregulación y la flexibilización laboral.
6. Los jóvenes, por su parte, han votado claramente por la permanencia en la UE. El 75% de los menores de 25 años optó por ello, mientras que el 61% de los ciudadanos por encima de los 65 años eligió dejar el bloque. Con la diferencia que este último sector del electorado representó el 83% de los que han votado, mientras que los jóvenes entre 18 y 24 son el 36% de los habilitados para votar. Significa que hubo una abstención del voto de los jóvenes que pesó notablemente y en sentido negativo. Sin perjuicio de que los ancianos han decidido hipotecando el futuro de las nuevas generaciones.
7. El éxito del Brexit ha destapado una caja de Pandora, principalmente porque los ingleses se arriesgan a que el Reino sea cada vez menos Unido. Escocia desea permanecer en la UE e Irlanda del Norte, tanto la parte católica como la protestante, también desea seguir. Lo que ha suscitado la idea de una “reunificación” con Irlanda.
Es posible que prime el realismo político, pero una vez que se ha liberado el “genio de la lámpara” de la desintegración, nadie podrá controlarlo.
* El autor es diplomático y experto en política internacional.