El martes se venció el cese al fuego pactado en setiembre y que duró 101 días. La guerrilla propone negociar un nuevo acuerdo más que prorrogar el anterior.
Se pasó de la esperanza por una continuación del alto el fuego entre la guerrilla del ELN y el Gobierno de Colombia, a la suspensión momentánea de las negociaciones en Quito, puesto que el presidente Juan Manuel Santos llamó a consultas a tres de los siete negociadores de la delegación gubernamental.
La ONU ha lamentado la decisión, así como los demás países que siguen el proceso han formulado votos para que no se interrumpa un proceso que había logrado 101 días de desescalada de la violencia en Colombia.
El cese al fuego espiró el 9 de enero, luego de lo cual la guerrilla reanudó sus operativos militares. Eso ha sido lamentado por el Ejecutivo, aunque estrictamente es lo que debiera esperarse de la finalización de una tregua. Por su parte, el ELN acusa al Gobierno de haber protagonizado más del 70% de las rupturas del alto al fuego que han provocado unas 300 víctimas. Y reconoce su responsabilidad en el 1% de los casos. Lo cual confirma la crítica del grupo armado acerca de que el Gobierno debiera haberse comprometido más.
Los guerrilleros manifiestan en un documento dado a conocer ayer su disponibilidad para un nuevo cese al fuego pero bajo condiciones más precisas y mejores garantías por parte de los fuerzas de seguridad. Desde el Ejecutivo, el propio jefe de la delegación en Quito había manifestado que efectivamente había que perfeccionar la tregua.
El Gobierno asegura que está consultando a sus emisarios y que al convocarlos no se quiso interrumpir el proceso de paz.
Ambas partes están nuevamente ante la oportunidad de metabolizar que el país necesita pacificarse. Para eso son necesarios gestos valientes y miradas capaces de abarcar el bien de todos y no ventajas políticas momentáneas.