Luego de evitar ser destituido, Pedro Pablo Kuczynski concedió el beneficio legal al ex mandatario golpista, desilusionando a quienes lo apoyaron.
El presidente Pedro Pablo Kuczynski no solo ha tomado la difícil decisión de concederle el indulto al ex mandatario Alberto Fujimori, condenado a 25 años por delitos de lesa humanidad y por corrupción (además, con otras causas abiertas). Lo ha hecho de la peor manera: desilusionando a todos los que desde el sector opuesto al clan Fujimori lo han apoyado, hace menos de una semana, en horas decisivas, cuando los votos parecían haber convergido para destituirlo como presidente. Lo ha hecho renegando de su palabra, contradiciendo todo lo dicho en esa intensa semana, durante su campaña electoral –cuando aseguraba que no indultaría a Fujimori–, y en estos meses cuando no aceptó la idea de beneficiar al ex mandatario condenado.
El daño a su credibilidad no podría ser mayor: con una mano Kuczynski ha negociaba con el hijo de Fijimori, Kenji, legislador que le consiguió en el congreso 10 votos claves; con la otra conseguía que la izquierda y el antifujimorismo votaran por él contra la destitución o se ausentaran del recinto, y otros se abstuvieran. Ha apelado al rechazo al mandatario encarcelado, siguiendo los consejos de los escasos ministros que lo han apoyado –la gran parte le había aconsejado renunciar–; ha mentido sobre sus intenciones cuando aseguraba que no mintió acerca de sus relaciones con la constructora Odebrecht, cuando se lo acusaba de haber recibido 4,8 millones de dólares mientras era ministro. Mintió a los que lo asesoraron hasta último momento, para luego, dos días después, anunciar que había indultado a Alberto Fujimori ante el asombro por tanto descaro entre figuras cercanas. Su escaso bloque de legisladores (18) ya registra las primeras tres renuncias.
En vano, Kuczynski ha apelado a razones humanitarias basada en un estudio médico que asegura que la enfermedad que padece el ex presidente en la cárcel sería irreversible y acentuada por el encierro. En realidad, Fujimori es atendido mucho mejor que cualquier otro recluso, con privilegios especiales. Desde su anuncio, y pese a que fuera el día de Navidad, cientos de personas han protestado cerca de su residencia y la policía salió a reprimirlas.
El clan Fujimori ha recibido con diferentes actitudes el indulto. Keiko, la hija mayor, líder de Fuerza Popular, el partido que detenta la mayoría en el Congreso, no se había mostrado particularmente a favor de la medida, acaso temiendo que su padre le disputara el liderazgo en su sector. Kenji, en cambio, fue el principal operador a favor de la medida.
Por más razones que podrá ensayar, Kuczynski no conseguirá encontrar una justificación de sus mentiras: la razón de Estado, un intento de golpe de Estado institucional, la gobernabilidad… ninguna podrá ser suficiente. Gustavo Gorriti lo resume en el diario El País en modo eficaz: “Uno se dispara a los pies por muchas razones, pero lo que queda al final, junto a los casquillos, es la pata agujereada”.