El poder de las convicciones

El poder de las convicciones

Juan Carlos Bolcich, fundador y presidente de la Asociación Argentina de Hidrógeno, está convencido de que el uso de este gas es lo que ayudará a frenar la degradación del planeta. La educación y la inversión de los estados, claves para el desarrollo.

“Si uno puede hacer el bien, ¿por qué no? Todos necesitamos un poco del otro, consciente o inconscientemente. Vivir con amor y compromiso al prójimo es más que suficiente”. Así piensa Juan Carlos Bolcich, doctor en física y un pionero en el camino de la utilización de energías renovables con el hidrógeno como recurso principal de este cambio. Es un paradigma que hoy empieza a ocupar espacio en el debate público y cada vez más en los diversos modos de producción de diferentes industrias, pero él y sus colegas bregan por ello desde hace más de 20 años, cuando fundaron la Asociación Argentina de Hidrógeno (AAH), de la cual es presidente. Consciente como pocos del grave daño que producen los combustibles fósiles en la atmósfera, el doctor entiende la problemática no solo como un mero dilema ambiental, sino también como un conjunto de soluciones que pueden ser un gran aporte a la vida de muchas personas. Hoy, y en el futuro. “Lo importante es el respeto mutuo y pensar en el otro y en el todo, en toda la creación. Ese es el compromiso. Yo creo que cuando hay convicciones, la velocidad de crecimiento de esta cultura renovable va a ser mejor”, señala.

Con esa premisa como punto de partida, Bolcich se refiere al hidrógeno como elemento clave para un desarrollo sostenible. Un almacenador y transportador natural de las energías renovables, cuya abundancia en la Tierra no es finita y que además se posiciona como una alternativa potencialmente eficaz frente a la contaminación ambiental. Es decir, el hidrógeno como una solución accesible y efectiva para diezmar el calentamiento global y tener una energía limpia. Eso sí, con el acompañamiento económico, político, industrial y cultural adecuado.

–¿Cuáles son las ventajas concretas que aporta la utilización de hidrógeno?

–Puede reemplazar perfectamente el gas y al carbono, y no degrada el medio ambiente. Así se mejora el manejo de la energía limpia. Es un elemento vinculador, intermediario entre lo que la naturaleza nos brinda y las demandas energéticas que facilitan la vida al hombre. Por ejemplo, la electricidad solo se puede acumular en una cantidad ínfima. Entonces, si necesito una gran cantidad de energía, no alcanza, no la puedo acumular. Ahí entra la producción de hidrógeno, que a diferencia de la electricidad, se puede guardar en cantidades enormes. La cantidad de gas que se acumula en el hidrógeno es fantástica.

–¿Esa es su fortaleza principal?

–Claro. Porque funciona a demanda: yo acumulo el hidrógeno porque la demanda no es constante. Lo vemos en servicios de iluminación que se utilizan solo de noche o servicios para las industrias que trabajan solo de día. El hidrógeno permite un acople muy armónico entre la oferta de la naturaleza y la demanda del hombre. Así es que se puede pensar de manera estacionaria, por ejemplo. Puedo tomar energía del sol y almacenarla para su uso en invierno, cuando la luz solar es menor. 

–El ideal es la utilización de energías renovables, pero estas también presentan algunos inconvenientes, como su alto coste económico o el desconocimiento sobre cómo implementarlas. Si yo quiero instalar paneles solares en mi casa, no resulta demasiado sencillo. ¿Cómo se logra el equilibrio entre la idea del uso de estas energías y las posibilidades concretas que existen de hacerlo?

–Son varios puntos a tener en cuenta. Por un lado, la educación. Que la gente sepa que esto existe y pueda colaborar, participar y usarlo. Por otro lado, a medida que se desarrollan las energías, lo que buscamos es que sean cada vez más baratas, y para ello necesitamos un avance tecnológico, una concientización y una arquitectura. Si se produce el hidrógeno desde el punto de vista empresario, similar al manejo del petróleo, va a haber alguna mejora. Pero ojo, no será tan grande.

–¿Y qué debería implementarse?

–En primer lugar, los gobiernos deben apoyar este tipo de iniciativas. Hay que tener algún rédito económico para amortizar el pago inicial de equipo de una energía renovable. Falta la capacidad de inversión de capital, y además en equipos que puedan durar de 20 a 50 años. Pero no es que no hay recursos, sino que en general se siguen volcando automáticamente (y subsidiando) a la producción de combustibles como el petróleo. Podrían existir créditos bancarios para los usos de energía limpia (hablando siempre dentro de una economía relativamente estable). Es más, debería ser moneda corriente, ya que trae beneficios económicos, porque a medida que más se instalen estos equipos, el beneficio está en el ahorro en la energía que tomamos del sol de forma directa.

Pero además es necesario entender la importancia de que la gente participe en la fabricación de buena parte de los componentes, como puede ser mantener u operar un panel solar. Necesita aprender a manejarse, eso genera un trabajo. Y mucho más con el hidrógeno. Por esto es necesario una tarea conjunta de comunidad.

–Es un trabajo a gran escala…

–Una de las cosas que tiene que existir es continuidad. Debe ser una política de estado. Por eso no puede pensarse solo en términos económicos, porque a las otras energías se las subsidia y se les da un montón de ventajas. A las limpias no, y eso es consecuencia de las leyes del mercado.

–¿Cómo sería esa tarea de comunidad que mencionó?

–Por ejemplo: una comunidad de cinco mil personas que cuente con un centro de energía para que las diferentes casas tengan en el techo los paneles solares. Eso tiene un uso directo, y lo que excede va a un centro de energía de esa misma comunidad, que tiene su propio hidrógeno para satisfacer sus propias necesidades. Lo que la Ciudadela Mariápolis Lía tiene en marcha es un modelo interesante a seguir y para tener de referencia. Las comunidades más pequeñas suelen estar en mayor contacto con la naturaleza. Las grandes ciudades distraen y es más complicado. Pero si se dan las condiciones, no está prohibido para nadie.

–¿Cómo ve, a nivel global, este proceso de cambio de paradigma sustentable?

–Se están produciendo mejoras pero el sistema todavía es deficiente. Si no aumentamos el ritmo de uso de renovables, seguimos emitiendo gases de efecto invernadero y el cambio climático sigue creciendo cada vez más. En Argentina venimos más lento, pero países como Austria, Alemania o Dinamarca son pioneros en energías renovables y se han comprometido con la utilización de uso verde. No estamos en cero, venimos hace décadas con esto. El hidrógeno ha tomado estado público e incluso hay políticas firmes que promovieron la inversión en el empleo de hidrógeno. Estas fuentes son inagotables, creo que es lo mejor para la humanidad.

Artículo publicado en la edición Nº 626 de la revista Ciudad Nueva.

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