Durante 44 minutos, Francisco y Alberto Fernández dialogaron sobre el presente de la Argentina e intercambiaron algunos regalos.
El Sumo Pontífice recibió esta mañana al presidente de los argentinos, en lo que significó la primera visita de Alberto Fernández al Vaticano como mandatario. Los escasos momentos que pudieron verse del encuentro mostraron a ambos con sonrisas.
La Oficina de Prensa de la Santa Sede informó que durante las cordiales conversaciones se expresó satisfacción por las buenas relaciones existentes entre la Santa Sede y la República Argentina.
También se examinó la situación del país, con especial referencia a algunos problemas como la crisis económico-financiera, la lucha contra la pobreza, la corrupción y el narcotráfico, la promoción social y la protección de la vida desde la concepción. En este contexto, se señaló la importante contribución de la Iglesia Católica en favor de toda la sociedad argentina, especialmente de los sectores más vulnerables de la población. Asimismo, se abordaron también temas de interés común en la región.
En una conferencia de prensa posterior al encuentro, Fernández afirmó que “el Papa va a hacer lo que pueda hacer para ayudarnos” en relación a la deuda económica-financiera. “El Papa es un argentino preocupado por su patria y por su gente”, agregó el Presidente.
Durante la audiencia, intercambiaron algunos presentes. Francisco le obsequió una escultura de bronce que combina una paloma, una vid y un olivo y le dijo a la comitiva: “Lo elegí yo. Es lo que quiero de ustedes, que sean mensajeros de paz”. Además le entregó sus cuatro escritos como pontífice, entre los cuales estaba Christus Vivit, que dedicó de puño y letra.
El Presidente estuvo acompañado de su mujer, Fabiola Yáñez, y le entregaron a Francisco un libro sobre los cafés notables de Buenos Aires, una estatuilla del Negro Manuel, y dos presentes de la Granja Andar, una fundación de Moreno, provincia de Buenos Aires: un telar y un ejemplar de Ellas, “un calendario inclusivo”.
La delegación también estaba conformada, entre otros, por el canciller Felipe Solá, a quien el Papa recibió con un “¡Cuántos años!”, y por Gustavo Béliz, secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia, con quien mostró mayor confianza: “¿Haciendo travesuras?”
Concluida la visita, Francisco los despidió con su habitual saludo: “No se olviden de rezar por mí”.