Nadie sale solo de esta crisis. El bloque más avanzado del planeta aprueba un plan de recuperación sin precedentes. Juntos es posible.
Los que vaticinaban el fin de la Unión Europea (UE) luego de la salida del Reino Unido del bloque deberán rever sus análisis. El bloque acaba de reencontrar la esencia de su unidad con el acuerdo sobre el Recovery Found, un fondo por 750.000 millones de euros (unos 800.000 millones de dólares) destinado a la recuperación económica del bloque por efecto de la crisis desatada por la pandemia del Covid.19. Del monto total, 390.000 millones serán entregados a fondo perdido para que los países miembros dispongan de recursos frescos, mientras que 360.000 millones son préstamos a una muy baja tasa de interés a devolver a 30 años, a partir de 2026.
La UE no ha superado por completo la crisis de identidad con la que vive desde hace tiempo, con países miembros que se resisten a entender que el mundo globalizado ha redimensionado desde hace tiempo la ilusión de que cada Estado dispone del 100% de soberanía. Defienden con uñas y dientes su poder decisional sobre temas marginales, mientras el mercado hace rato que toma decisiones más allá de sus gobiernos. Seguramente, el bloque deberá rever sus mecanismos decisionales, gracias a los cuales el voto de un país pequeño como Holanda puede condicionar a los demás miembros que puede decidir solo por unanimidad. El problema de los quórum demasiado elevados es siempre el de otorgar demasiado poder a las minorías, en perjuicio de las mayorías. Pero el lado lleno del vaso es que se ha vuelto a afirmar el principio solidario que une el proyecto europeo, lo cual deja en claro una vez más que en un mundo interdependiente no es posible avanzar en soledad. Todavía menos en momentos de crisis.
Posiblemente, hoy los británicos contemplan este resultado con cierta angustia, pues no habían calculado que un virus puede cambiar por completo el destino de una economía. Es la esencia del principio de integración: hacer frente juntos incluso a lo imprevisto.
Debería ser la lección que América latina prende de este episodio. Si la UE necesita de 800.000 millones de dólares para salir de la crisis, ¿cuánto necesitaría la región para no seguir siendo una zona arrasada por la pobreza y la desigualdad?
El tema es que no disponemos de las herramientas políticas para producir algo similar. Hemos dedicado décadas –confesémoslo– a discutir sobre integración regional sin nunca ir a fondo. No solo, se ha cometido el error de confundir eso con una homogeneidad ideológica que no era otra cosa que una coincidencia histórica de gobiernos de centroizquierda. Como la historia cambia, hoy las tendencias políticas han cambiado haciendo a un lado un proceso de integración. Sin embargo, este debería seguir siendo nuestro horizonte posible, el de apostar por el bien común más allá de ciertas lecturas ideológicas.
La razón de ello está a la vista, hoy más que nunca. Nadie sale solo de este túnel.
Foto: Unión Europea