El papa se refirió así durante la audiencia general, en la que continuó con su catequesis sobre los 10 Mandamientos. Este miércoles habló sobre el sexto: “No cometerás adulterio”.
“El llamado a la vida matrimonial requiere un discernimiento cuidadoso sobre la calidad de la relación y un tiempo de compromiso para verificarla”, explicó el papa Francisco hoy, durante la audiencia general celebrada en la Plaza de San Pedro en la que continuó con su catequesis sobre el Decálogo, dedicada este miércoles al sexto mandamiento: “No cometerás adulterio”.
El Santo Padre se refirió a la necesidad de un “catecumenado” para el matrimonio. “Y es por eso que antes de recibir el sacramento del matrimonio necesitamos una preparación cuidadosa, diría un catecumenado, porque jugamos toda nuestra vida con amor, y no jugamos con amor”, indicó.
“Para entrar en el sacramento del matrimonio, la pareja comprometida debe madurar la certeza de que en su vínculo está la mano de Dios, que los precede y los acompaña, y les permitirá decir: ‘Con la gracia de Cristo, prometo serte siempre fiel”, continúo Francisco.
“No podemos decir ‘preparación para el matrimonio’ a unas tres o cuatro conferencias celebradas en la parroquia”, advirtió el Papa y añadió: “Esto no es preparación, es una preparación falsa, y la responsabilidad de quienes hacen estas cosas recae en el párroco y sobre el obispo que hace estas cosas”, señaló.
“Los futuros cónyuges no pueden prometer fidelidad en la alegría y el dolor, en la salud y en la enfermedad “, y amar y honrar cada día de sus vidas, solo sobre la base de la buena voluntad o la esperanza de que la cosa funcione”, indicó el pontífice. “Necesitan construir sobre la base sólida del amor fiel de Dios”. “Lleva tiempo”, agregó: “El matrimonio no es un acto formal, es un sacramento y debe prepararse con un verdadero catecumenado”, advirtió el Papa.
Sobre el sexto mandamiento, que dice: “No cometerás adulterio”, el pontífice indicó que supone una llamada a la fidelidad, pues no hay auténtica relación humana sin lealtad y fidelidad. No se puede amar solo cuando “conviene”.
El amor se manifiesta cuando se da todo sin reservas. El ser humano necesita ser amado sin condiciones, y cuando no encuentra este amor el corazón busca llenar ese vacío con sucedáneos, componendas y mediocridades, entregándose a relaciones estériles e inmaduras, con la falsa ilusión de encontrar allí un poco de luz y de vida. Así, se sobrevalora la atracción física, que en sí misma es un don de Dios, pero que está orientada para preparar el camino a una relación personal auténtica y fiel.
“Este mandamiento nos llama pues a dirigir nuestra mirada a Cristo, para que sepamos encontrar en Él la fuente de nuestra fidelidad, de nuestra constancia en las relaciones con los demás y de nuestra comunión mutua”.
“De la muerte y resurrección de Cristo deriva nuestra fidelidad, de su amor incondicional deriva la constancia en las relaciones. De la comunión con Él, con el Padre y con el Espíritu Santo deriva la comunión entre nosotros y el hecho de saber vivir nuestras relaciones con fidelidad”, concluyó el Papa.
Fuente: AICA