El gran desafío para el Iraq liberado

El gran desafío para el Iraq liberado

Mosul ha sido liberada y el Isis es próximo a su fin. Habrá que construir una nueva convivencia entre minorías en medio de la emergencia humanitaria.

La liberación casi total del grupo terrorista conocido como Estado Islámico (Isis) de la ciudad iraquí de Mosul es un hecho. Doscientos o trescientos guerrilleros resisten en un enclave de algunas pocas cuadras del distrito de Al Qaliyat, situado en el casco histórico de la ciudad, siendo totalmente rodeados por las fuerzas de seguridad y sin ninguna esperanza de recibir ayuda desde afuera.

El primer ministro de Iraq, Haidar al Abadi, quien viajó a Mosul realizó el anuncio luego de confirmar de forma oficial la liberación de la ciudad, ocupada por los guerrilleros del Isis en junio de 2014.

Si bien no se dan a conocer los números, las últimas semanas de batalla han sido particularmente cruentas. Hay unidades iraquíes que lamentan bajas del 40%, al tiempo que ya no se cuentan los civiles. Entre las últimas tácticas utilizadas por los terroristas, figura el envío de chicas adolescentes con explosivos que se han hecho estallar intentando sembrar el pánico entre militares y civiles.

Las destrucciones de los barrios ciudadanos han sido cuantiosas. “La lucha tal vez haya acabado, pero la crisis humanitaria no”, señaló la coordinadora humanitaria de la ONU para Irak, Lise Grande. El fin del dominio del Isis, y de los asesinatos masivos, es importante, pero comienza la etapa política de conseguir la reconciliación necesaria para volver a la convivencia pacífica.

Hay una gran demanda de asistencia humanitaria y servicios básicos a una población traumatizada que lo ha perdido todo. “Mucha gente que ha huido ha perdido todo. Necesitan refugio, comida, atención sanitaria, agua y equipos de emergencia. Los niveles de trauma que estamos viendo están entre los más altos que hemos visto. Resulta poco menos que inimaginable por lo que ha pasado la gente”, señala Grande en un comunicado.

Los cadáveres todavía se descomponen en los teatros de los violentos choques, en medio de las temperaturas que a esta altura del verano suelen superar con creces los 40 grados. Sobre todo los niños, padecen hambre, sed y están atemorizados. Una de las ayudas necesarias, en efecto, es el apoyo psicológico luego de experiencias traumáticas vividas por los menores.

La ONU señala que, desde el comienzo de la ofensiva para liberar la ciudad, a mediados de octubre, unos 920.000 civiles han abandonado la ciudad y las localidades cercanas. Unas 700.000 personas han sido desplazadas y unas 350.000 están albergadas en 19 campamentos de emergencia organizados por la ONU y ONG humanitarias.

Urgen recursos para afrontar estas emergencias. Las Naciones Unidas señala que ha recibido el 43 % de los 985 millones de dólares solicitados para su Plan de Respuesta Humanitaria para el país. La oficina de Grande convoca a los países a cooperar con los faltantes 562 millones de dólares para atender a millones de personas que lo han perdido todo.

“De los 54 barrios residenciales del oeste de Mosul, 15 están muy dañados y al menos 23 moderadamente dañados”, evalúa Grande. La ONU ha estimado que se requiere una inversión de 1.000 millones de dólares nada más que para reparar las infraestructuras dañadas, primero por el Isis y luego por los combates.

El Isis arrasó intencionadamente con iglesias cristianas y templos de otras minorías religiosas, bibliotecas, museos y centros médicos. El gran hospital provincial ha sido uno los últimos baluartes de sus milicianos. Los edificios que aún permanecen en pie están a menudo llenos de trampas explosivas, lo que obliga a una larga tarea de bonificación antes de que regresen los civiles.

Por otro lado, la reconstrucción de la confianza, no será fácil. La gran parte de la comunidad islámica sunnita (el 60% de los iraquíes son chiitas), ha apoyado a los terroristas del Isis, desilusionados por el gobierno de mayoría chiita. Una fractura étnica y sectaria que el Isis ha explotado cuando se adueñó de casi un tercio de Irak en 2014 y se ha agravado desde entonces. Sin embargo, tanto sunitas como chiitas han sido víctimas de la brutalidad de los terroristas, que además se han ensañado contra minorías cristianas, yazidíes intentando borrar su presencia de una diversidad religiosa en la región.

Es un panorama delicado el de Iraq, en el que los sunitas temen que haya venganzas contra ellos, los chiitas recelas de mantener su supremacía, yazidíes y cristianos no se atreven a regresar a sus aldeas, los kurdos ven una oportunidad de mayor autonomía luego de haber luchado contra el Isis, pero el territorio que reclaman es árabe. Para la sociedad iraquí se presenta el reto, o la oportunidad, de construir un nuevo equilibrio superando los desgarros provocados a partir de la intervención occidental, la invasión de los Estados Unidos en 2003, motivada por razones que son ajenas a los iraquíes.

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