El periodista Silvonei Protz entrevista al relator general del Sínodo y presidente de la Red Eclesial Panamazónica, Cardenal Cláudio Hummes.
–Eminencia, hemos llegado al final de un itinerario de casi dos años que ha involucrado a muchas personas en la realización de este Sínodo de Obispos para la región Panamazónica. Una obra realmente grandiosa que termina con la publicación de este documento final. En su discurso, en la 5º Congregación General, habló de “un momento de emergencia ecológica” y también del hecho de que la Iglesia escucha el grito de los pueblos de la Amazonia, el grito de la tierra…
–En primer lugar, quiero decir que ha sido realmente una gran alegría la realización de este sínodo, y no termina aquí: es un proceso sinodal que ahora comienza realmente a realizarse. Con esto quiero decir que el postsínodo es igualmente importante en este proceso: la aplicación del sínodo. Por supuesto, el sínodo es el punto culminante que ilumina los caminos. Pero continúa ahora, todo el proceso continuará también en la aplicación postsinodal, en el territorio y en cada lugar donde haya una conexión.
Es cierto que debemos comprender este sínodo en el momento de gran riesgo que corre el planeta Tierra: sabemos, tanto a través del Laudato Si’ como de la COP21 de París, que se produjo pocos meses después de la publicación de Laudato Si’, que estamos en una situación de grave y urgente crisis climática y ecológica. Entonces, hagámoslo porque aún tenemos tiempo de hacerlo. Es verdad que el tiempo es cada vez más corto, pero hay tiempo y podemos hacerlo y queremos hacerlo, queremos unirnos. Es en este contexto donde podemos comprender mejor la importancia histórica de este Sínodo: realmente tiene una importancia histórica.
–¿Qué clave podemos ofrecer para interpretar el documento final?
–Hoy en día la mayoría ya no lee un libro, un libro entero o un gran documento; la gente va a mirar aquellas partes del libro o documento que les interesa y quizás, después se interesen por algún otro punto. Entonces, sabemos que se leerá así. Ciertamente, el mundo académico lo leerá de otra manera, pero en el trabajo pastoral de la gente, de las comunidades, todos lo leeremos por su contenido y siempre se lee solo en parte. Por ejemplo, los principales temas centrales son, en primer lugar, los pueblos originarios, indígenas –dice siempre el Papa– porque corren un riesgo como nunca antes, un riesgo real para su supervivencia. Los pueblos originarios, indígenas ven cómo van las cosas: no tienen futuro. Y esto es terrible, no tener futuro.
¿Qué significa que su futuro es no tener futuro? Significa que todos nosotros debemos sentirnos desafiados: ustedes, que tienen hijos; ustedes, que tienen nietos; todos nosotros, que tenemos esta juventud, esta infancia que nos mira y nos desafía diciendo: “¡El futuro que han preparado es no tener futuro!”. Y esto no está bien, es absolutamente inaceptable.
Así que este es el tema central, la cuestión de los pueblos indígenas. Pero el tema central también incluye al resto de la población, incluida la población urbana, entre la que también hay muchos indígenas, hoy en día, incluso en ciudades con situaciones muy difíciles. La situación de los indígenas en las ciudades es muy difícil. Sí, algunas personas también logran progresar en las ciudades porque también tenemos ingenieros indígenas que han hecho la universidad, que ejercen profesiones como cualquier otra persona en nuestras sociedades occidentales. Por lo tanto, las ciudades también están involucradas y son cuestionadas.
Luego, en conjunto, está la cuestión del territorio porque incluso el territorio está amenazado, como he dicho, por la crisis climática, por la crisis ecológica: todo lo que hay está degradado, despojado, cada vez menos en condiciones de seguir produciendo. ¿Por qué? En primer lugar, porque los grandes bosques, hoy sabemos –incluso la ciencia lo dice– darán mucha más riqueza, obviamente en un período más corto, pero darán más riqueza a un bosque que ha sido talado. Un bosque en pie es mejor, también dará muchos más recursos a los países que lo poseen y al mundo. Así que realmente debemos luchar para que se preserven porque con los bosques también podemos preservar el agua. Precisamente ése es otro tema muy fuerte, la cuestión del agua contaminada…
Otro de los problemas centrales –porque es la Iglesia la que habla y la Iglesia habla de su misión en este contexto– es cómo la Iglesia puede cumplir mejor su misión en la Amazonía. Esto incluye también la cuestión de los ministerios, que no es el tema central del sínodo. El sínodo no se trata de ministerios en la Iglesia, sin embargo eso también era importante porque sería una mejor condición para que la Iglesia esté verdaderamente con el pueblo y permita que su dignidad y sus derechos, incluso dentro de la Iglesia, sean cada vez más aceptados y promovidos. En este sentido se ha hablado de los ministerios.
–Todo esto está ahora en manos del Santo Padre…
–Sí, incluso cuando el Papa hace su documento postsinodal, todo lo que el sínodo ha hecho, decidido e indicado continúa siempre ayudando a comprender lo que el Papa propone en su documento. Y estamos tranquilos, serenos, todos nosotros, “cum Petro et sub Petro”, que significa ‘con el Papa y bajo la guía del Papa’, porque eso es lo que hace la gran comunión católica.
–¿Puede ofrecer una pequeña imagen para aquellos que no han estado en el sínodo? ¿Qué ha pasado en estas tres semanas en el seno del sínodo?
–El ambiente fue muy fraterno, aunque también hubo momentos de discusión porque había cosas importantes que discutir; pero siempre muy fraterno, un ambiente de mucha oración y esta comunión se ha ido manifestando cada vez más, aunque haya diferencias porque la comunión eclesial tiene mucho que ver con esto. Nosotros, repito, no somos un parlamento en el sínodo. En el Parlamento hay partidos y hay una votación, todos quieren ser ganadores y los demás son los perdedores… No. El sínodo no puede trabajar con este espíritu; el sínodo no es un parlamento. El sínodo es la Iglesia unida que tiene una fuerte comunión, pero que también respeta las diferencias. Las diferencias, ya sean menores o mayores, no nos quitan esta característica, esta realidad de ser comunión.
Reseña del artículo realizado por Silvonei J. Protz de Vatican.va
Artículo publicado en la edición Nº 615 de la revista Ciudad Nueva.