Se lo acusa de liderar una red de corrupción que desvió unos 500 millones de dólares de los fondos destinados para construir una central nuclear.
Finalmente, los fiscales que en Brasil investigan el gigantesco caso de corrupción conocido como Lava jato (lava auto), pudieron llegar hasta el ex presidente Michel Temer. Ayer el ex mandatario fue detenido y trasladado a Río de Janeiro donde se lleva a cabo la investigación que lo acusa de liderar una red de corrupción que desvió unos 500 millones de dólares. Temer se había salvado gracias a los fueros, inclusos especiales, que como presidente lo mantuvieron a salvo de la Justicia. Cada intento de levantarlos en el Congreso fracasó por el voto de los legisladores aliados, gracias a un intercambio alevoso de beneficios y concesiones con tal de evitar ser detenido.
Otras siete personas quedaron bajo arresto en el marco de esta causa, entre ellos un ex ministro, Moreira Franco, que investiga el desvío de recursos destinados a la construcción de una central nuclear en Río de Janeiro. Es apenas una de las tantas aristas del caso Lava jato que ha llevado a la cárcel al ex presidente Inacio Lula da Silva, quien recibió dos condenas que suman 24 años de pena. Otros 150, entre políticos y empresarios, han sido condenados en 50 causas judiciales con penas severas en muchos casos (un total de 2.242 años según detalla un fiscal). De los miles de millones de dólares en sobornos y financiación ilegal, hasta el momento se recuperaron unos 600 millones de dólares, devueltos a la estatal Petrobras. Otra derivación del caso, es la red de corrupción y sobornos organizada por la constructora Odebrecht, que además ha involucrado encumbradas figuras políticas de varios países sudamericanos. Han sido ya condenados por este caso el vicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, y en Perú están siendo procesados cuatro ex presidentes y la líder política Keiko Fujimori.
Temer es dirigente del Movimiento Democrático Brasileños (cuya sigla, MDB, ha eliminado la P de partido que utilizó hasta 2017), una agrupación de derecha y conservadora que en estos años se especializó en garantizar la gobernabilidad en el fragmentado Congreso. Sin un especial arraigo popular, el grupo ha estado muy a menudo en puestos de poder, donde se ha distinguido en manejos espurios. Luego de presidir dos veces la Cámara Baja, Temer ha sido seis años vicepresidente, primero con Lula, luego con Dilma Rousseff. Una decisión que se puede entender solo ante la necesidad de la izquierda de contar con la mayoría en el Legislativo. Sin embargo, al estallar el caso Lava jato, y ante la resistencia de Rousseff en “negociar” una salida política para evitar la Justicia, siendo vicepresidente Temer operó hábilmente para orquestar un juicio político que destituyó a la presidente, pudiendo asumir él como mandatario. Nació un gobierno cuya impopularidad fue creciendo en los dos años de mandato alcanzando mínimos históricos (3-5%) y que dio un giro político de 180 grados, contradiciendo el voto de la mayoría de los lectores. El Ejecutivo, además, fue diezmado por las renuncias de ministros acusados de corrupción o de querer obstaculizar las investigaciones. Entre los detenidos figura el ex presidente de la Cámara, y quedó gravemente salpicado el ex presidente del Senado (ambos del MDB). En algunos audios difundidos por imputados que colaboraron con la justicia Temer quedó gravemente involucrado con maniobras oscuras.
Hoy llegó la hora de Temer. El presidente Jair Bolsonaro, si bien ideológicamente cercano al MDB, ha declarado que cada uno se haga responsable de sus actos. “La Justicia nació para todos”, afirmó el mandatario desde Chile. Uno de los jueces más populares de la lucha contra la corrupción, el que llevó a la cárcel a Lula, Sergio Moro, es hoy ministro de Justicia, y representa el objetivo de su gestión de luchar contra los corruptos.