Cayó diez puntos el partido involucrado en un escándalo por corrupción. Triunfo del partido popular del canciller Kurz y de los verdes.
La extrema derecha austriaca ha sido duramente penalizada en las elecciones anticipadas convocadas a partir del escándalo por corrupción en el que quedó involucrado el líder extremista Hans-Christian Strache. El líder derechista del FPÖ, fue grabado negociando apoyos económicos con una falsa parienta de un millonario ruso a cambio de amañar contratos públicos. El episodio puso fin a su carrera política y al gobierno de coalición con Sebastian Kurz, líder del conservador ÖVP que ha salido victorioso del fin de semana electoral. Su partido se confirma en la cresta de la ola y ha superado el 37%. Kurz ha conseguido consolidar la confianza en su propuesta y a su estilo político, al no tener dudas a la hora de hacer limpieza frente al caso de corrupción. La extrema derecha ha bajado 10 puntos y se sitúa ahora en torno al 16%. No parece viable que participe del próximo gobierno que deberá ser forzosamente de coalición.
Una posibilidad es que participen del Ejecutivo los Verdes, que regresan al parlamento austriaco con un 14% de las preferencias. Es muy posible que la campaña ambientalista de los jóvenes por el cambio climático haya impulsado esta agrupación. Junto con los conservadores reúnen más del 50% de los legisladores.
En su peor desempeño los socialdemócratas, compañeros de coalición en el pasado con los democristianos de Kurz, bajan a poco menos del 22% y han perdido más de cinco puntos. Parece difícil que puedan volver a gobernar juntos. El primero en no creer en eso es el propio Kurz. La decisión de confiar el mandato para un nuevo gobierno corresponde al presidente Alexander Van der Bellen. Su moderación y manejo de la crisis vivida en estos meses ha sido apreciado. Y no está dispuesto a aceptar cualquier propuesta de gobierno. A la anterior coalición entre el partido de Kurz y la extrema derecha de Strache, negó la aprobación de varios ministros que criticaban la presencia de Austria en la Unión Europea. El país se sacude de una mala experiencia, pero retoma confianza y apuesta en líderes más creíbles.