Evocamos al inglés John Bonham (1948-1980), mítico integrante de Led Zeppelin.
Desde la temprana edad de cinco años golpeó bombos y platillos. Tuvo su primera batería a los catorce años.
En 1964, integró su primera banda, Terry Webb and the Spiders. También fue baterista de bandas como The Blue Star Trio y The Senators. Por aquel entonces decide dedicarse a la música profesionalmente. Se une a la banda de blues Crawling King Snakes, cuyo cantante era Robert Plant. Pasa el tiempo, y cuando el guitarrisa Jimmy Page deja a los Yardbirds, convoca a Plant para su nuevo proyecto, y es Robert quien propone a Bonham como batero. Corría el año 1968, así toma forma el inolvidable conjunto Led Zeppelin conformado por Page, Plant, Jones y Bonham.
La banda se caracterizó por un sonido inconfundible, que fue un pilar del rock progresivo.
El estilo de Bonham en la batería fue único. Es considerado uno de los mejores bateristas de rock de toda la historia, ya que cambió el enfoque que se tenía del instrumento. Creó un estilo que consistía en una pegada más dura y con menos adornos, mucho más alejado del blues y el rock, incorporando toques de jazz y funk. Su influencia se extendió a las generaciones posteriores de baterías de rock, incluyendo al heavy metal.
Tuvo que remarla porque antes de la fama, en cierto sector de la industria musical afirmaban que Bonham era el baterista más ruidoso de toda Inglaterra. En una ocasión le pidieron que se fuera del Birmingham Studio porque tocaba demasiado fuerte como para ser soportado por el dueño, quien profetizó que “no había futuro para un baterista como él”.
Años más tarde, el agorero dueño del estudio recibió una nota con una elocuente foto del primer disco de oro de la banda, con una lacónica nota de Bonham: «’Thanks for the career advice…»
Cuando John fallece, el 25 de septiembre de 1980, se produce un abrupto final de Led Zeppelin. Sería imposible reemplazar esa percusión. Bonham le puso el cuerpo a Zeppelin, a la vida y a la música.