En los países que van sintiendo el alivio de la pandemia, los empleadores se encuentran frente a complejas decisiones en materia laboral.
Al jefe financiero de Google le habían preguntado en 2013 cuántos empleados del gigante tecnológico trabajaban en forma remota. Su respuesta fue tajante: “La menor cantidad posible”. Pese al hecho de que Google se ocupaba de producir infinitas aplicaciones que posibilitaban el trabajo a distancia, su respuesta no llamó la atención.
Los centros comerciales de todo el mundo recibían a diario a millones de personas en sus oficinas. Se creía que compartir un mismo lugar promovía la productividad, la innovación y la camaradería. Y facilitaba el control del personal. El trabajo desde casa era algo que se hacía solo si no quedaba otra instancia.
En marzo de 2020, de un momento a otro, todo cambió. El coronavirus forzó a gobiernos de todo el mundo a imponer cuarentenas estrictas. De la noche a la mañana, la mayoría de las oficinas del mundo quedaron desiertas. Para sobrevivir, compañías de todas partes se embarcaron en un gigantesco experimento de trabajo en casa. Los trabajadores de las ciudades cambiaron los trajes por joggings.
Google le dio a cada empleado USD 1.000 para muebles de oficina en el hogar, les ofreció videos de ejercicios y lecciones de cocina virtuales, y urgió a todos a “cuidarse muy bien ustedes mismos y entre sí”.
Al elevarse las tasas de vacunación en el mundo “rico”, el experimento de trabajo en el hogar se está terminando. Pero la velocidad a la que se termina y su alcance se ha convertido en motivo de un debate dentro de las organizaciones, y entre los trabajadores. Las estrategias que emerjan de estos debates no solo moldearán lo que suceda en los próximos meses, sino también en el largo plazo con el trabajo en las oficinas.
La entidad suiza UBS, según se dice, está por permitir a dos tercios de sus empleados el trabajo “híbrido”, que combina días en casa con días en la oficina, en parte como una herramienta de reclutamiento. El banco británico Natwest solo prevé que uno de cada ocho trabajadores vuelva a la oficina en jornadas completas, mientras que el resto tendría un esquema híbrido trabajaría primordialmente desde casa. El personal del Deutsche Bank, de Alemania, trabajará en forma remota hasta un 60% del tiempo. Noel Quinn, CEO de HSBC, declaró que volver a los patrones prepandemia sería una “oportunidad perdida”, y agregó que quiere que el banco con centro en Asia tenga un esquema híbrido.
Lo mismo piensan muchos los titulares de firmas tecnológicas, temen que estrictas directivas de regreso forzoso a las oficinas generen rechazo entre sus filas.
Dylan Field, cofundador de Figma, que ayuda a las compañías a crear y probar apps y sitios en la red, teme que los empleados se vayan a otras empresas si las reglas son muy restrictivas.
Los trabajadores tecnológicos pueden estar volviéndose más migrantes, porque aparentemente tiene lugar un incremento de las tasas de renuncia y de robo de personal calificado. Quizás a causa de esto, Facebook ofreció en junio a todos sus empleados de tiempo completo, que podían solicitar trabajar en forma permanente desde sus casas. Firmas como Spotify, que hace streaming de música, Square, una firma de fintech, y Twitter, han dicho a su personal que puede trabajar en forma remota para siempre, si es que así lo desean.
Preferencias
Las evidencias sugieren que, en todos los sectores, a la gente le gusta tener la posibilidad de trabajar desde casa, al menos ocasionalmente. Una encuesta entre 2.000 adultos estadounidenses de la aseguradora Prudential descubrió que un 87% de quienes trabajan en sus hogares a partir de la pandemia querrían poder seguir haciéndolo a futuro.
Según este relevamiento, el 42% de los trabajadores remotos dijeron que buscarían un nuevo empleo si se les pedía que volvieran a trabajar a la oficina a tiempo completo. Sólo uno de cada cinco empleados estadounidenses afirmó que “rara vez o nunca” querrían trabajar desde su casa.
En una reciente encuesta a más de 10.000 trabajadores europeos, el 79% se manifestó en contra de que el trabajo en la oficina vuelva a ser una exigencia.
El debate está abierto, es una oportunidad única para mejorar los trabajos y el estilo de vida, conforme a la situación reinante, que perdurará por cierto tiempo.