El 7 y el 10 de mayo la guerrilla del ELN asesinó a dos líderes en el pueblo de Micoahumado, amenazando que no serán los últimos.
Belisario Arciniegas García y Wilmar Carvajalino fueron asesinados el 7 y el 10 de mayo respectivamente, según miembros del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Tras el asesinato de García, el ELN envió un mensaje a la comunidad anunciando que “faltan 20 más”, aparentemente refiriéndose a que tienen planeado seguir asesinando en el pueblo.
“Estamos siguiendo de cerca los acontecimientos en Colombia”, afirmó el reverendo Frank Chikane (foto), moderador de la comisión del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) encargada de los asuntos internacionales. “Las iglesias y las organizaciones religiosas han contribuido de manera significativa a los esfuerzos destinados a la construcción de la paz y la reconciliación en el país”, añadió.
Chikane, que fue uno de los líderes del movimiento contra el apartheid en Sudáfrica, instó a la Misión de la ONU en Colombia a enviar un equipo de la Misión de Verificación a la región de Micoahumado. En febrero de 2018, Chikane encabezó una delegación del CMI que visitó el pequeño pueblo de Micoahumado y tuvo la oportunidad de interactuar con la comunidad y conocer más de cerca las tensiones que marcan su vida cotidiana.
El asesinato de dos líderes sociales en cuatro días en una pequeña comunidad es uno de los muchos indicios de que la tensión está aumentando en Colombia y de que este es un momento muy crítico para el proceso de paz. Forma parte de una ola de asesinatos en Colombia, en la que este año ya han fallecido aproximadamente unos 75 líderes sociales y defensores de derechos humanos.
El jefe del Ejército colombiano ha ordenado recientemente a sus tropas doblar el número de delincuentes e insurgentes que matan y posiblemente aceptar en el proceso un mayor número de víctimas civiles, en un intento de mostrar una acción más contundente en sus esfuerzos por proteger al país. “El pueblo de Micoahumado está siendo amenazado y atacado tanto por el Ejército colombiano como por el ELN”, observó el director de Asuntos Internacionales del CMI Peter Prove. “Esta es, demasiado a menudo, la situación en que se encuentran las comunidades locales y sus líderes que se ven inmersos en el conflicto de Colombia: víctimas de ambos lados”, añadió Prove. “El Ejército colombiano y todos los grupos armados deben poner fin al asesinato de líderes sociales y defensores de derechos humanos, y proteger al pueblo colombiano de la violencia y la violación de sus derechos humanos”.
Del 28 al 30 de mayo, una delegación ecuménica de Colombia dirigida por DiPaz, una plataforma de diálogo intereclesial por la paz, visitará la Oficina de Enlace del CMI con las Naciones Unidas en Nueva York, donde el CMI facilitará reuniones con los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU para abordar las dificultades que han tenido lugar en el proceso de construcción de la paz en Colombia, y su creciente impacto humanitario.