Apenas 25 diputados de 158 votaron para permitir que Jimmy Morales fuera investigado acerca de cómo financió su campaña electoral.
El Congreso de Guatemala reaccionó como una corporación que se defiende de una agresión externa y consiguió poner a salvo al presidente Jimmy Morales conservando sus fueros para que no avance la acusación de financiación ilegal de su campaña.
Habría sido necesario el voto a favor de 105 de los 158 legisladores, según la ley, pero apenas 25 votaron a favor de levantarle los fueros. Una amplia victoria, sin duda, que sin embargo Morales no podrá festejar, pues lo alía a lo peor de la política guatemalteca, a la que quiso dar un rostro honesto según lo afirmado durante su campaña electoral. Es sabido que el avance de las investigaciones por el caso Odebrecht, que tiene sus aristas en el país, el voto que ha salvado a Morales se presenta como un favor que pronto exigirá que sea devuelto.
No casualmente, entre los argumentos más recurrentes de quienes ampararon a Morales aparece la palabra “soberanía” de Guatemala, así como tachar de “comunistas” a quienes apoyan la labor de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y la Fiscalía. Torpemente, el mandatario intentó declaró persona non grata al jefe de la comisión, un gesto que fue anulado por ilegítimo por el máximo tribunal del país.
El presidente sale del episodio desgastado en el exterior y ante la propia ciudadanía, para la cual es un aliado de la política vieja y corrupta que pretendió cambiar. Medios internacionales como el New York Times, el Washington Post o la revista británica The Economist calificaron a Guatemala como un país que, lejos de combatir la corrupción, la permite. El efecto ha desviado la atención hacia otros países de potenciales inversionistas.