El sábado 20 de febrero de 1909, nacía en Machagai, provincia del Chaco, el gran Oscar Alemán. El mejor guitarrista criollo, según este cronista.
Desde pequeño integraba un conjunto familiar de folklore y danzas nativas, y deslumbraba en escena. Pero su vida no fue fácil. Primero la familia Alemán dejó el Chaco. Estando en Santos, Brasil, su padre se quitaría la vida, y la familia se disgregaría por completo.
El joven Oscarzinho abría las puertas de los coches que arribaban al cabaret Miramar y soñaba con ser guitarrista. Consiguió un cavaquinho, como legado de un luthier que vio en el pequeño gran Alemán un futuro promisorio. Con aquel instrumento que lo acompañaría toda su vida, empezó a actuar en el cabaret.
Luego vendría su dúo con Gastón Bueno Lobo.
Su consagración llegará en 1932, cuando la Perla Negra, Josephine Baker, lo escuchó tocar y quedó atrapada. Oscar era el único negro de la agrupación, no sabía música, pero la llevaba dentro del alma, por eso llegará a dirigir la orquesta de Los Baker Boys…
La Segunda Guerra lo expulsaría de Europa. Llegó a Buenos Aires como músico consagrado, pero curiosamente medios y orquestas le dieron la espalda. Dio clases particulares y así sobrevivió. Nada nuevo bajo el sol, en esta tierra contradictoria.
Oscarzinho fue un músico impar, y también un enorme actor.
Admiraba a Bach, padre de la música y del jazz. Era fan de Charlie Christian y le gustaban los arreglos de Horacio Salgán, Astor Piazzolla y del Mono Villegas.
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