Su economista jefe, Paul Romer, señala un uso de datos amañados para fines políticos que ha perjudicado al país. No es la primera vez que ocurre.
Oficialmente el Banco Mundial lo niega, pero su economista jefe, Paul Romer, sostiene que hubo una alteración de los indicadores económicos de Chile que lo hizo retroceder durante estos años en el ranking de competitividad empresarial.
La noticia ha causado un profundo impacto en el mundo de la política y la economía chilena, puesto que el país había retrocedido del puesto 25 al 57 en el ranking señalado, perjudicando la visión de la gestión del gobierno de Michelle Bachelet, cuyo mandato concluye el próximo mes de marzo.
Romer ha hecho sus declaraciones al The Wall Street Journal (WSJ), en las que reconoce que la alteración tuvo una motivación política. Se trata de la medición Doing Business, que mide la facilidad para hacer negocios en 190 países. Chile bajó constantemente en el primer mandato de la socialista (2006-2010), subió en el Gobierno de derecha de Sebastián Piñera (2010-2014) y volvió a bajar cuando Bachelet obtuvo un segundo mandato. “Quiero disculparme personalmente con Chile y cualquier otro país donde hayamos transmitido una impresión equivocada”, indicó el economista. Por su parte, la mandataria chilena declaró que es “muy preocupante lo ocurrido con el ranking de competitividad del Banco Mundial. Más allá del impacto negativo en la ubicación de Chile, la alteración daña la credibilidad de una institución que debe contar con la confianza de la comunidad internacional”. “Dada la gravedad de lo sucedido, como Gobierno solicitaremos formalmente al Banco Mundial una completa investigación. Los rankings que administran las instituciones internacionales deben ser confiables, ya que impactan en la inversión y el desarrollo de los países”, indicó Bachelet.
Si alguien ha seguido en Chile el manejo mediático de los datos económicos en estos años, podrá constatar que en realidad hubo una tendencia constante de presentar esta segunda gestión de Bachelet bajo una luz negativa y, viceversa, de dejar sentado una luz positiva de la primera gestión del presidente Sebastián Piñera. Los hechos dicen que en estos cuatro años hubo un retroceso general de todas las economías de la región, o un freno en su crecimiento. Hubo momentos en que incluso el mero anuncio del proyecto de reformar la constitución, tenía su inmediato correlato en los medios de que eso perjudicaba el clima de negocios y el avance de la economía (¡!). Lo que daba paso a la pregunta: ¿en qué país modificar una constitución perjudica a la economía?
Que buena parte de los sectores empresariales sientan mayor afinidad con el perfil liberal de los gobiernos de derecha, es algo comprensible y que es parte de las opciones políticas. Sin embargo, presentar bajo una luz negativa cualquier intento de mejorar la redistribución de la riqueza en el país, uno de los más desiguales en el mundo, y para ello amañar indicadores en beneficio de esta visión revela una inaceptable mala fe. Se confirma que la pretensión del neoliberismo de presentarse como una lectura neutral de la economía es una mistificación ideológica.
El golpe al prestigo del Banco Mundial es grande, como ya ocurrió con las denuncias presentadas por el ex vicepresidente y Nobel de economía Joseph Stiglitz. Este organismo, que es parte del sistema de las Naciones Unidas, suele ser una herramienta política utilizada para respaldar una ideología bien determinada, que no siempre persigue el bien de todos, sino que coincide con los intereses de algunos. La denuncia de Romer es una perla más de un largo rosario. Y tarde o temprano habrá que revisar la governance de este organismo.