Eduardo Gato Romero jugó su ronda final en esta tierra el domingo 13 de febrero de 2022.
Pienso que se fue de gira golfística a un tour eterno, donde se habrá reencontrado con grandes figuras de este bendito deporte, que tanto le debe al cordobés. Porque el Gato, amén de ser un notable golfista y un eximio profesional, fue un embajador de lujo para nuestro deporte.
A mediados de los ochenta se aventuró y expandió sus horizontes, yendo a participar del European Tour, cuando había pocos españoles y escasos latinoamericanos participando del circuito europeo. En ese ámbito demostró su nivel deportivo, cosechando triunfos, pero ante todo se vinculó con notables profesionales, que ayudaron al progreso del golf profesional por estos lares. El Gato fue un gestor y un embajador sin título, que supo tender innumerables puentes, entre Europa y Argentina.
No en vano, se acercó años más tarde al mundo de la política, y fue intendente de Villa Allende, hasta sus hoyos finales.
Trayectoria
Romero había nacido el sábado 17 de julio de 1954. Hombre vinculado al noble deporte, ya que vivía a escasos metros del golf de Villa Allende, donde su padre fue profesional de golf. El Gato, fue caddie desde los nueve años, aportando el sustento económico de su casa. De a poco, el bichito del golf se fue colando por las hendijas de su vida. Primero se divertía, fue mamando la técnica en forma casi inevitable al llevar palos, estar cerca del club, y al contar con un profesor en casa. Lo que comenzó como un trabajo y un aporte, fue un sustento a lo largo de gran parte de su vida. Entre otras cosas, el Gato era un tremendo imitador de swings, cuestión muy compleja, pero Romero tenía la magia y la sensibilidad de este complejo deporte en cada centímetro de su cuerpo. Por eso era capaz de lograr imitaciones perfectas de notables golfistas, y también de algunos aficionados.
Luego de hacer el servicio militar se convenció que lo suyo era el golf. Arrancó como profesional en Chaco primero, y luego en Salta. Se hizo profesional allá por 1982.
Para eso tenía que viajar desde Salta hasta Buenos Aires. Como la guita no le sobraba, se venía en un camión de papas desde el norte, para ahorrarse el traslado y poder competir.
Desde mediados de los ochenta se animó a cruzar el charco para jugar en Europa. Cosechó nueve títulos en el European Tour. En 2002 se convirtió en el tercer ganador con mayor edad del Tour Europeo, cuando ganó el Barclays Scottish Open en Loch Lomond, tres días antes de cumplir 48 años.
Le gustaba cazar y mirar fútbol, tenis y polo. Excelente anfitrión y mejor asador. Su deportista favorito era Manu Ginóbili. Practicaba la técnica de yoga “Rhami Hayat”, que lo ayudó mucho en su juego y en su personalidad.
Muchas personas creen que su apodo obedece a su estrategia competitiva, donde siempre está al acecho, pero la persona que supo llamarlo así fue su abuela cuando tenía 5 años porque siempre se trepaba a los árboles y se sentaba en los techos.
El Gato fue un distinto, un ser querido por profesionales y por aficionados.
Una persona que demostró la necesidad de trabajar por su gente y ejercer la gestión. No en vano se zambulló a la política y fue intendente de Villa Allende.
Un golfista enorme, un ser que luchó por concretar sus sueños, que la peleó (¡y cómo!). Un deportista con gran humor, notable conducta dentro y fuera de la cancha.
Gracias por cada golpe querido Gato.