Economía de la vida

Economía de la vida

El Recovery Fund, un inédito plan solidario para relanzar la economía de los países europeos. ¿Puede ser imitable en nuestra región? La clave de la interdependencia entre los estados.

Luego de cuatro largos días, la cumbre de la Unión Europea (UE) llegó a un acuerdo histórico que prevé la creación de un inédito fondo de recuperación de € 750.000 millones (euros), de los cuales € 390.000 millones se entregarán a través de subvenciones y € 360.000 millones en préstamos, con un tiempo de devolución de siete años.

El plan de reconstrucción, obstaculizado al comienzo por Austria, Holanda, Dinamarca y Suecia, tendrá una duración de 3 años y se sumará a un presupuesto comunitario para el período 2021-2027 de € 1,074 billones. Desde la Segunda Guerra Mundial es el acuerdo más cuantioso que emprende la UE. El Recovery Fund (fondo de recuperación),estará destinado a hacer frente a la crisis generada por la pandemia en los 27 países que componen la UE y, en particular, en Italia, España y Francia. La devolución está prevista al cierre de 2027. Es decir que los países favorecidos tendrán 7 años para restituir la parte recibida como préstamo.

Sin duda es una gran noticia, además de un hecho hasta el momento inédito: 27 países que se ponen de acuerdo para enfrentar en modo solidario la grave crisis que los afecta. Europa ha elegido la opción más difícil y probablemente la única posible, bajo el eslogan “o nos salvamos juntos o no nos salvamos”. La pregunta que surge es si podemos considerarlo un caso, además de ejemplar, imitable.

Se diría que América latina está bien lejos de poder seguir los pasos de la UE. Su situación actual, comenzando por su historia, lo corroboraría. Si volvemos la mirada a nuestro pasado latinoamericano, las actuales naciones surgen independientes a partir de una historia y territorio comunes, con una noción de patria grande. Al contrario del continente europeo que, dos siglos atrás, estaba constituido por fragmentados territorios con historias diferentes (reinos, imperios, estados, ducados, principados…) que fueron recomponiéndose en unidades más amplias, hasta formar los países actuales. Una historia y un territorio en común, la nuestra, que luego se multiplica; una historia diferente y territorios múltiples que luego se unifican, la del Viejo Continente. La Unión Europea es el cúlmine de este proceso de unión e interacción comenzado hace 70 años a partir de la economía, que ha llegado a componer un territorio único en algunos aspectos, con una moneda común, con libre circulación de bienes y personas. Se diría, por lo tanto, que son dos procesos inversos.

Sin embargo, esto no impide que el largo camino europeo hacia la unión y cooperación sea efectivo o pueda ser un ejemplo y un impulso a la interdependencia, tan sentida por muchas voces, de los países latinoamericanos, y no solo por estos. Porque el futuro de la humanidad, luego de la sufrida pandemia, tendrá que pasar obligatoriamente por el “o nos salvamos juntos o no nos salvamos”.

Por lo que nos concierne –según el economista chileno Eric Parrado, director del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)–, América latina está sufriendo una triple caída por tres causas: por la inmobilidad de las personas debido a las restricciones de viajes y del turismo que golpea sobre todo a los países del Caribe; por el comercio, con exportaciones e importaciones en fuerte disminución; y por los flujos financieros, con una disminución de las inversiones extranjeras del 50 % y una fuerte disminución de las remesas del 30 %. Este imprevisto triple freno marca la gran diferencia con el llamado mundo desarrollado y con casi todos los emergentes. Los efectos negativos de la crisis en nuestros países con economías frágiles serán enormes para grandes segmentos de la población. Se diría que, en nuestra región –atravesada también por la peor crisis migratoria de su historia, en la que casi 5 millones de venezolanos han abandonado su país–parecería que los gobiernos se han movido siguiendo el eslogan “sálvese quien pueda”, cada uno usando sus tantos o pocos recursos.

Es por este motivo que reconocemos al acuerdo alcanzado por la UE como un llamado urgente a los países de la región para que se esfuercen en superar los problemas y los confines nacionales, y se abran a la necesaria interacción, en beneficio de todos.

Una buena noticia llega del Banco Mundial en América latina y el Caribe, que anuncia que pondrá a disposición 160 mil millones de dólares en apoyo financiero, durante los próximos 15 meses, para “ayudar a los países en desarrollo a proteger a los más vulnerables, respaldar a las empresas y afianzar la recuperación económica”. Se trata de profundizar cuál será el costo real de este préstamo al final de este proceso.

Por otro lado, más de 100 obispos se han pronunciado a favor de una reglamentación de las multinacionales, en defensa de los más humildes. “Ahora más que nunca necesitamos la diligencia debida de la cadena de suministro obligatoria para detener el abuso corporativo y garantizar la solidaridad global”, reza el título del documento (https://www.cidse.org/es/2020/07/06/bishops-statement-regulation/).

Jacques Attali, primer presidente del Banco Europeo para la Reconstrucción y Desarrollo, consejero especial del expresidente François Mitterrand y de los siguientes presidentes franceses, entre los 100 intelectuales más relevantes del mundo, prevé la desaparición de algunos sectores de la economía y habla, en una entrevista con el diario La Nación, de la necesidad de implementar una “economía de guerra”. Sin embargo, mira al futuro con esperanza: “Está apareciendo muchísima tecnología nueva alrededor del mundo y está floreciendo esa ‘economía de la vida’, enfocada en los sectores de la economía más importantes para el futuro: salud, educación, higiene, alimentación, agricultura, cultura digital, entre otras. Cada vez habrá más gente que comprenderá que debemos enfocarnos en estos ejes, reclamará por más salud o educación y entenderá que se fabrican demasiado plástico, demasiados químicos, demasiado petróleo, demasiados automóviles. Muchos al fin comprenderán que la ‘economía de la vida’ no solo es buena para su salud, sino también para evitar el cambio climático”.

Salud, educación, higiene, alimentación, cultura digital… precisamente las mayores carencias de nuestros países serán el futuro, según Attali. ¿Tendrán nuestros gobiernos la lucidez, el coraje y la capacidad para apostar, juntos, a la “economía de la vida”?

El papa Francisco anima la Economía de Comunión

El 26 de septiembre, Economía de Comunión realizará su encuentro anual, del que participarán los jóvenes que irán al encuentro “La Economía de Francisco” en Asís. El Papa animó a los organizadores ante los nuevos desafíos:

“Gracias por el correo y gracias por lo que hacen. Sigan adelante y preparen bien el encuentro de Asís. Miren lejos, en perspectiva; miren a qué desafío debemos ir después del covid.
De una crisis no se sale igual: o se sale mejor o peor. O ‘barnizamos’ el sistema socioeconómico actual (y seguimos marginando gente) o ensayamos otra cosa. Ustedes son los que saben ¡Adelante!
Por favor recen por mí. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Fraternalmente, Francisco”.

Artículo publicado en la edición Nº 623 de la revista Ciudad Nueva.

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