Turismo comunitario.
Compartir la vida cotidiana de pobladores rurales es una de las atracciones del momento y si a eso le sumamos que esos pobladores locales pertenecen a una comunidad indígena, la motivación aumenta notablemente. Si bien puede parecer muy simple, para unir estas realidades se deben afrontar grandes desafíos, sobre todo cuando el gran interrogante está en asegurar que cada acción que realizamos o negocio que emprendemos garantice un desarrollo sustentable.
El turismo comunitario como oferta turística da sus primeros pasos a nivel mundial en América latina y más precisamente en Ecuador. Un país que hace unos 15 años ha logrado aprobar inclusive un marco normativo específico para el desarrollo del turismo comunitario, y ello ha implicado el reconocimiento de derechos.
Acompañar el desarrollo del turismo ofrecido de manos directas de las comunidades locales requiere presupuestar tiempo. El factor “tiempo” es el componente que no podemos descuidar en ninguna de las etapas del proceso de desarrollo del turismo comunitario.
Para quienes vivimos en ambientes urbanos nuestra categoría del tiempo tiene otros parámetros. El entrar en el mundo rural, en espacios más alejados, donde la gestión de los territorios y sus recursos se realiza en forma comunitaria, nos exige un cambio de cabeza, adquirir una mirada y una forma de hacer nuevas.
El tiempo, si bien puede parecer transcurrir más lento, en realidad a la base termina siendo más efectivo, porque el mecanismo es tomar juntos las decisiones.
Argentina tiene grandes potencialidades, la oferta turística en comunidades campesinas e indígenas crece con más impulso desde el año 2006, cuando la entonces Secretaría de Turismo de la Nación promovió el programa de Turismo Comunitario.
Hoy se hace cada vez más necesario el compromiso de los distintos sectores del turismo de favorecer el desarrollo comercial de estos nuevos destinos turísticos que compiten frente a otros ya desarrollados, que cuentan con grandes inversiones en su promoción. Dejar un espacio a nuevas oportunidades no es negocio para algunos.
Debemos contribuir al desarrollo de una nueva oferta y también dedicar tiempo para que aquellas personas que han vivido de trabajar su tierra y realizar artesanías puedan abrirse a una actividad complementaria que les permite multiplicar sus ingresos, recuperar muchas de sus tareas cotidianas que habían dejado de hacer por falta de recursos económicos y sobre todo volver a tener la esperanza de no verse obligados a dejar su tierra.
Como viajeros debemos adquirir nuevos comportamientos y estar abiertos a revisar nuestras motivaciones y formas de viajar. Una de las herramientas más importantes que tienen las comunidades campesinas e indígenas para la práctica del turismo en comunidades es el Código del Viajero, un reglamento a cumplir y respetar durante la estadía. Para el desarrollo de un turismo sustentable se hace cada vez más necesaria la formación de un turista consciente.
*El autor es Coordinador de Turismo Sustentable NOA (www.turismosustentablenoa.org)
Nota: Artículo publicado en la edición Nº 605 de la revista Ciudad Nueva.