El futbolista argentino Diego Valeri, oriundo de Valentín Alsina, y que actualmente se desempeña como mediocampista en el Portland Timbers, equipo de la liga mayor de los Estados Unidos, compartió con la arquidiócesis de Portland su testimonio de fe católica.
En el video, difundido en la página de la arquidiócesis con el lema “La esperanza está aquí y está actuando” (#HopeIsOnTheMove), muestra imágenes de Diego en sus éxitos profesionales, en sus momentos de intimidad con Dios y su compartir en familia.
“Mi nombre es Diego Valeri y soy católico”. Así se presenta ante el mundo el joven que realizó las inferiores en el Club Atlético Lanús, donde a sus 17 años debutó en primera división y fue campeón en 2007. Luego de un tiempo jugando en Portugal y España, regresó a Lanús donde jugó hasta 2013, cuando pasó a ser parte de los Portland Timbers, equipo del que hoy es figura. “Doy gracias a Dios por la bendición de ser futbolista y permitirme vivir este sueño”, expresa.
“Empecé a jugar al fútbol cuando tenía tres años. Crecí soñando con llegar a ser un futbolista profesional, ganar trofeos y tener una carrera larga. Yo sé que Él ha preparado todo y Él me da la oportunidad de estar aquí, y Él hace todas las cosas que yo no puedo hacer”, reconoce el futbolista, que en 2017 obtuvo el premio a mejor jugador en la Major League Soccer.
“Rezo cada mañana las oraciones típicas: El Padrenuestro, el Avemaría, el Gloria, y después yo paso tiempo, comparto tiempo con Él. A veces en silencio, a veces le hago preguntas, a veces leo”, relata.
En el video aparece también un sacerdote norteamericano, que en sus palabras reconoce que en los cuatro años que hace que conoce a Diego, ha aprendido una lección de él: “Dios no existe solamente para los más necesitados, quienes son heridos de muchas formas, o han fracasado en los diferentes aspectos de la vida. Él es muy exitoso, muy conocido, amado en la comunidad, pero aún se aferra a Cristo”, destaca.
“Las cosas más importantes en mi vida son Dios y mi familia”, admite Diego. “Conocí a mi esposa cuando tenía alrededor de cinco años, porque nuestras familias son amigas, entonces casi crecimos juntos. Es una historia especial: realmente la vemos como un don de Dios”, afirma.
“Tener una hija, tener una relación con ella como un papá, como un padre, es único. Es increíble cómo podés amar a alguien y nada más te importa, porque de eso se trata todo. No esperás nada, no querés nada, solamente amás y cuidás a alguien”, explica.
Finalmente, Diego asegura: “La responsabilidad es vivir amando a Dios, y compartir la luz de Dios con las personas que tenés alrededor. Esa es mi responsabilidad como cristiano: compartir lo que es Dios. Quiero que Su nombre sea grande, no que mi nombre sea grande”, concluye.
Con esta iniciativa, la arquidiócesis de Portland espera que historias como la de Diego inspiren a las personas para profundizar su propia “fe cotidiana”.
Fuente: AICA