31 de marzo.
El hombre es un ser social, siempre lo fue. Y como tal, debe seguir ciertas reglas que lo ayuden a vivir en armonía, buscando su progreso y bienestar personal, pero siempre respetando a su prójimo en beneficio del bien social.
En Argentina, la Resolución Ministerial N° 1729 de 1992 estableció que el 31 de marzo de cada año sería conmemorado como “Día Nacional del Comportamiento Humano”. La fecha evoca a don Francisco Rizzuto, destacado luchador en favor de la solidaridad social.
En 1965, precisamente el 31 de marzo, Rizzuto dejó de existir, pero no así la Liga Pro Comportamiento Humano, fundada por él mismo para promover los valores de igualdad, respeto y hermandad en la sociedad.
Así como esta institución sin fines de lucro sostiene una prédica constante de los principios morales del hombre (dignidad, cortesía, urbanidad, respeto, buenas costumbres), es propicia la celebración del “Día del Comportamiento Humano” para difundir y enfatizar en la sociedad -sobre todo en los pequeños en formación- la importancia de los valores éticos y espirituales del ser humano, contribuyendo así a fomentar la armonía en todas las formas de convivencia social.
No son para nada menores los objetivos que se proponen para esta fecha, más aún en tiempos de la cuarentena mundial, donde estamos más en nuestras casas, para cuidar la salud global. Si cada uno de los habitantes hace su parte, la vida y el cuidado de la cuarentena resultan más simples.
Pero esto no es sencillo, lo sabemos. Debemos replantearnos el desafío, porque aunque resulta claro que todos entendemos que los seres humanos tenemos derechos y obligaciones, también está claro que no siempre los respetamos. Tenemos un buen tiempo por delante en esta “coronacuarentena” para reflexionar.
Respetar, servir y ser ejemplo
“Nuestros derechos terminan donde empiezan los de los demás”, es una frase repetida hasta el cansancio pero que resume y explica como ninguna la clave para la convivencia en sociedad, o en la vecindad o en la familia.
Los chicos deben crecer con ese concepto bien incorporado, y los grandes debemos marcar el camino a transitar (mediante el ejemplo). Si quieren escuchar música a excesivo volumen, irrumpiendo contra la tranquilidad del hermano o del vecino, ¿quién tiene más derecho, uno a escuchar o el otro a no ser molestado? La situación natural (¿)es la de tranquilidad y armonía (?), que es el derecho en este caso del hermano o el vecino, por lo tanto si otro derecho razonable (como es el de querer escuchar música) va contra el derecho a estar tranquilo, debe evitarse y ser reemplazado por otra alternativa (como escuchar música a volumen bajo).
Este sencillo ejemplo resume el principio básico del respeto, y sobre el respeto, precisamente, se sustenta el crecimiento de una sociedad. Ni más ni menos.
Servir a los semejantes es una virtud que enaltece, que reconforta tanto al que sirve como al que es servido, sobre todo en estos tiempos en los que pareciera que todo es tan efímero. Debemos inculcar en los alumnos las virtudes más sutiles, que al mantenerse en todo tiempo y en todo lugar se multiplican y generan un fuerte efecto: saludar por las mañanas, ser corteses, ser tolerantes con los demás, desterrar del lenguaje las expresiones groseras, ser modestos, defender las ideas con dignidad, saber comprometerse con la palabra sin necesidad de escritos… y tantos ejemplos más. En definitiva, de todo esto también se trata el comportamiento humano. Leyendo se aprende, es cierto.Pero también es cierto que a veces no es necesario leer para aprender: sólo hay que saber mirar.
Y eso es lo que hacen los chicos: aprenden de lo que ven, del comportamiento y actitudes de los mayores. De ahí su importancia.
Debemos tener siempre presente que en todo momento alguien está aprendiendo porque nos está mirando: los chicos seguramente adquirirán buenas maneras si los adultos las ponen en práctica; y otros chicos se contagiarán de sus amigos si también ellos tienen buenas costumbres. Así como muchas cosas malas son contagiosas por cuanto son tentadoras, las buenas costumbres también se contagian con el ejemplo. Sólo es cuestión de aprender, y así enseñar: aprender a conversar cordialmente sobre un equipo de fútbol sin apasionarse demasiado; aprender a devolver los libros que se piden prestados; aprender a cuidar las flores en un parque público, respetando la naturaleza y el trabajo de los demás… aprender que aprender, en definitiva, es la mejor manera de enseñar.