Unos 127.000 han solicitado asilo. Las autoridades de migraciones atienden las 24 horas para hacer frente a la cantidad de solicitudes de ingreso.
Si en Colombia en poco más de un año ha ingresado un millón de venezolanos huyendo de la crisis que sacude su país, también Perú ha recibido un importante número de migrantes. Según la Superintendencia de Migraciones, son más de 353.000 venezolanos llegaron a Perú huyendo de la crisis en su país, de los cuales 16.000 son niños.
El trámite en Interpol en estos días es un cuello de botella en las gestiones de quienes quieren vivir legalmente. El Superintendente Nacional de Migraciones informó esta semana que 53.000 venezolanos han obtenido el Permiso Temporal de Permanencia (PTP). El funcionario indicó que el “flujo de ciudadanos venezolanos se ha incrementado significativamente este año no solo hacia Perú”, y por ello, desde fines de mayo, la oficina principal de Migraciones atiende las 24 horas los trámites para el permiso temporal de permanencia y atiende un promedio de 2.000 venezolanos al día.
Por otro lado, la Oficina de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) señala que desde este mes, el país con mayor cantidad de venezolanos solicitantes de asilo es Perú, con 126.997 peticiones, y Estados Unidos ha pasado a segundo lugar, con 68.270. El Gobierno peruano empezó a entregar los PTP en febrero de 2017. Con él los venezolanos formalizan su permanencia, tienen autorización para trabajar, pueden identificarse ante los servicios de salud y educación, y pagar impuestos. Desde abril, para obtener la ficha de canje internacional deben pedir a Interpol una cita a través de la página web que colapsa con mucha frecuencia. Quienes la pidieron en junio, son citados para noviembre.
El problema es que ningún país puede recibir una cantidad semejante de migrantes en poco tiempo, darle a todos trabajo, asistencia, vivienda. Por tanto, muchos se encuentran en situación de pobreza. La economía peruana crece, pero hay muchos bolsones de precariedad en un país en el que más del 60% de la población trabaja en la economía informal, y a ella se han sumado los venezolanos. Muchos venden dulces en los autobuses o café y bebidas calientes en las calles. Otros trabajan por sueldos inferiores al mínimo.
En Lima funcionan desde hace años 3.500 comedores populares, cuando en los ’80 se vivió una dura crisis económica. Hoy un gran número de venezolanos acude a éstos para conseguir una comida diaria por menos de medio dólar. Las autoridades municipales entregan un monto anual a los comedores para que compren parte de los víveres que necesitan.
A veces los migrantes llegan en condiciones precarias, sin haber comido durante varios días, como ocurre en Tumbes, en el norte del país. Allí reciben la ayuda del Servicio Jesuita de Solidaridad, que coopera con ACNUR en tres ciudades de Perú para atender la oleada de migración venezolana. Según las cifras que manejan los jesuitas, entre 2015 y 2017 se ha incrementado el ingreso de venezolanos en 1.328%. Si bien ACNUR señala que la mejor respuesta de la población ha sido de los peruanos, se comienzan a notar algunos mensajes xenófobos.