Después de una novela interminable y llena de enredos, con infinidad de protagonistas, Edgardo Bauza fue el elegido como nuevo entrenador del seleccionado.
Justo un mes antes del reinicio de las Eliminatorias para Rusia 2018, la AFA oficializó el nombre del sucesor de Gerardo Martino para comandar los destinos de la Selección Nacional, que tiene como principal objetivo clasificar al Mundial.
Se mencionó una decena de candidatos, para todos los gustos y estilos, se “operó” en los grandes medios para que éste o aquél se colocaran el buzo que todos los entrenadores argentinos sueñan vestir, pero que más de uno se animó a rechazar por el contexto en el que se encuentra la AFA. Una institución quebrada económicamente pero sobre todo con una fuerte pasivo relacionado a la confianza. Si hay una asociación deportiva que hoy se destaca por sus desprolijidades es la Casa Madre del fútbol argentino. En ese contexto, Edgardo Bauza se animó a dejar el club donde trabajaba, San Pablo de Brasil, entendiendo que era ésta la ocasión para cumplir su deseo. Sabe que son dos años hasta el Mundial para jugarse todo por el todo. “Dejaremos la vida”, dijo horas después de oficializarse el cargo. Sabe que tras la Copa del Mundo de Rusia hay candidatos muy firmes para hacerse cargo del puesto. Él siente que éste es su momento.
Piloto de tormentas para muchos, Bauza ha conseguido logros importantísimos como la Copa Libertadores con Liga de Quito y haber llevado por primera vez en su historia a San Lorenzo a la cima del continente. Tiene argumentos válidos y ha acumulado merecimientos, al margen que para el común de la gente y el periodismo sea tildado de “defensivo” y “amarrete”. Sus esquemas tienen mucho de eso y la incertidumbre es saber si con la materia prima de la Selección mantendrá esos formatos. Habrá que dejarlo trabajar, sobre todo sabiendo que la situación no es la más placentera.
En menos de 15 días Bauza tendrá que ofrecer su primera lista de convocados para afrontar la doble fecha de Eliminatorias ante Uruguay y Venezuela. Y todavía es una incógnita si estará Lionel Messi, quien anunció su renuncia al seleccionado tras la caída por penales en la final de la Copa América. Convencerlo para que desista de esa postura y que vuelva a vestir la 10 albiceleste será, sin dudas, el primer gran objetivo. De lograrlo podrá decirse que el “Patón” habrá comenzado con el pie derecho la difícil empresa de aquietar las aguas de la Selección.