Unos 100 mil civiles, y 40 mil niños padecen los bombardeos del Isis desde hace más de dos años. La prensa y la sociedad civil que se indignó por el “sitio” de Alepo hoy calla.
Si un grupo armado de criminales dispuestos a degollar a mansalva a hombres, mujeres, niños y prisioneros invadiera nuestro país y ocupara Mar del Plata, o Valparaíso, o Medellín o Porto Alegre, ¿alguien dudaría de la legitimidad de la acción para liberar esas ciudades?
Con asombrosa actitud acrítica, gran parte de la prensa de Occidente ha utilizado la versión y la visión de Gobiernos interesados en el conflicto en Siria que ha invertido los roles en la liberación de Alepo, transformando el ataque contra los grupos terroristas (rebeldes, Isis y sucedáneos de Al Qaeda) en un sitio conducido en modo inhumano por el Gobierno de Siria y sus aliados rusos. Lo extraño es que una vez liberada por completo la ciudad, la prensa podría haber encontrado entre los ciudadanos una enorme cantidad de testimonios de esa falta de humanidad de su propio ejército o de las fuerzas rusas. Nada de eso ha acontecido. Todo lo contrario, los testimonios revelan el trato inhumano aplicado por los rebeldes y, además, la cooperación de Estados Unidos, países del Golfo Pérsico y otros más con los grupos terroristas. Varias decenas de oficiales de inteligencia de esos países mezclados con los terroristas han sido capturados. Obviamente, de pronto los medios de comunicación dejaron de interesarse por Alepo. Curioso, ¿no?
Pero hay otro sitio en curso. Se trata de la ciudad de Deir Ezzor, cercana a la frontera con Iraq, desde hace dos años y medio sitiada por el Isis. Es donde en setiembre aviones de los Estados Unidos bombardearon “por error” puestos fijos del ejército sirio, matando casi un centenar de soldados. No soltaron una bomba por equivocación, cinco aparatos atacaron durante casi una hora y es imposible que los estadounidenses no tuvieran mapeadas las posiciones sirias. El Isis, que nunca pudo hacerse con el control de ese sector, pudo conquistarlo inmediatamente después del bombardeo. Esa acción de error no tuvo nada.
En Deir Ezzor el Isis ha conquistados las alturas que dominan un lado de la ciudad donde se ubica el aeropuerto y, desde allí, atacan constantemente. Para peor, en las últimas semanas ha recibido refuerzos provenientes de Mosul, en Iraq, la ciudad que está siendo liberada por el ejército iraquí respaldado por los Estados Unidos, Arabia Saudita y 65 países más. Sin embargo, ese despliegue no pudo detectar la salida de la ciudad de numerosas columnas del Isis que, sin ser molestadas, pudieron ingresar a Siria, donde reconquistaron Palmira y reforzaron el sitio de Deir Ezzor.
La lógica de todo esto es muy simple: el Isis es un “mal” en Iraq, donde los Estados Unidos y los países del Golfo apoyan al actual Gobierno, es un “bien” en Siria donde se pretende derrocar al presidente Bashar al Asad para instalar un régimen sunita, posiblemente fundamentalista. Evidentemente, no importa cuál sea el precio.
Los ataques del Isis han vuelto crítica la situación de los defensores sirios y de los 100.000 civiles que han quedado atrapados, entre ellos 40.000 niños. Igual que en Alepo. Qué les espera a los civiles de Deir Ezzor podemos imaginarlo: hace un año el Isis logró penetrar en la ciudad donde degolló a 300 personas, en mayoría ancianos, mujeres y niños, y secuestró a otras 400.
Sin embargo, para los medios aquí no hay una “ciudad mártir” “estragos”, “holocausto”, no hay ninguna indignación ante una guerra atroz. Puede que los niños de Deir Ezzor no sean iguales a los de Alepo, pues de ellos no se habla, no hay fotos conmovedoras sobre su sacrificio. Si para la guerra cualquier medio es usado para conseguir un fin, para los medios de prensa parece que cualquier información sirve para obtener público. La mala información es tan inhumana como la guerra.
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