Hoy culmina la discusión del anteproyecto de reforma que ya ha introducido el reconocimiento, limitado, de la propiedad privada.
La discusión, por parte del Legislativo unicameral, del anteproyecto de reforma de la Constitución de Cuba culminará hoy abordando un texto que no solo introduce formas de propiedad privada, sino que abandona la referencia al comunismo.
Si bien en el texto se mantiene la referencia al socialismo como política de Estado, desaparece de la actual articulado, de 1976, la referencia al “avance hacia la sociedad comunista”. El comunismo sería la plenitud de la realización del Estado socialista en la progresiva superación de los todos los obstáculos hacia la desaparición no solo de todas las expresiones de la sociedad burguesa, incluidas las estructuras estatales, y en la aplicación de la total igualdad entre las personas.
Las autoridades del régimen cubano intentan restar trascendencia al cambio conceptual que implica no mencionar el objetivo utópico del socialismo. Para el presidente de la Asamblea Nacional, Esteban Lazo, en efecto “no quiere decir que renunciemos a nuestras ideas, sino que en nuestra visión pensamos en un país socialista, soberano, independiente, próspero y sostenible”. Sin embargo, ¿por qué razón entonces sacar esa referencia de la nueva Carta Magna que es el carnet de identidad de un país?
Sin los grandes aliados de un tiempo, el bloque soviético y del socialismo real, sin la presión del gran enemigo de un tiempo, en un mundo en el que el socialismo ha fracasado estruendosamente en su forma de gestionar el Estado y Cuba es junto con China, Corea del Norte y Vietnam el ejemplo de una revolución socialista en curso. Pero en todos los casos, necesitadas de rever sus principios para adecuarse a un mundo en el que ya no es posible negar libertades individuales, el derecho a la iniciativa particular y, tarde o temprano, reconocer que el sistema de partido único no guarda relación alguna con la democracia.