Desde el viernes, el Gobierno no logra restablecer el sistema de transmisión eléctrica. En algunos estados solo hay energía durante algunas horas.
Desde el viernes pasado, un gigantesco apagón mantiene a los venezolanos sin energía eléctrica. Si esto es incómodo, más bien problemático, en ciudades como Caracas, cuya altura hace que el clima sea más benigno, se transforma en una gran pesadilla a la altura del mar, en ciudades como Maracaibo donde durante todo el año el termómetro supera los 30 grados. Comida que se pierde, ascensores sin funcionar, oscuridad total, bloqueadas las fuentes de información. Nuestra sociedad no está preparada, desde hace décadas, para vivir sin energía eléctrica. Se lamenta la muerte de 18 personas, en hospitales que no pudieron monitorear sus signos vitales.
Para este lunes han sido suspendidas las clases y las actividades laborales.
El gobierno culpa un hackeo provocado, por supuesto, desde los Estados Unidos, que habría afectado el sistema de transmisión el eléctrica. Sin embargo, su principal opositor, el presidente del Legislativo, Juan Guaidó, sostiene que eso es imposible ya que el sistema troncal venezolano funciona en modo analógico. La falta de inversión y de mantenimiento habrían provocado el gigantesco apagón, en medio de un incendio forestal que habría afectado varias torres de transmisión. No es el único ámbito de gestión en el que el Ejecutivo evidencia mucha incompetencia y un manejo caótico.
De todos modos, se evidencia la enorme vulnerabilidad de un país en el que muchas cosas no funcionan, y no todo depende de un complot de enemigos externos, aunque no faltan desde el exterior quien con gusto esté dispuesto a facilitar que el gobierno de Nicolás Maduro fracase.
Una investigación del New York Times, ha recientemente ofrecido evidencias de que era falsa la versión de que las propias fuerzas de seguridad de Caracas quemaron los camiones de ayuda humanitaria en las manifestaciones organizadas en territorio colombiano en la frontera con Venezuela hace más de una semana. En material filmado, se evidencia que alguien desde las filas de los manifestantes que apoyan a Guaidó, se intentó torpemente lanzar una bomba molotov contra las fuerzas del orden, pero el artefacto terminó incendiando uno de los camiones estacionados. La responsabilidad por la destrucción de esos bienes, fue atribuida al gobierno de Maduro, quien había rechazado las toneladas de bienes de primera necesidad ofrecidos para socorrer a decenas de miles de personas.
La crisis venezolana es una pulseada entre dos distintos relatos políticos incompatibles entre ellos, mientras la gente pasa por enormes necesidades, ante el desabastecimiento total y la imposibilidad incluso de realizar comprar ya que nadie dispone de tantos billetes debido a una inflación descontrolada, que supera el millón por ciento anual. Maduro ha utilizado los intentos de diálogo realizados hasta ahora para ganar tiempo y sin cumplir con lo pactado. De ello ha sido acusado por el mismo Papa Francisco quien había auspiciado un proceso de diálogo sincero. Por otro lado, no deja de convencer la propuesta de Guaidó, quien pretende asumir como presidente interino, respaldado por una dudosa legitimación jurídica. Sigue perdiéndose de vista lo primero: el bien de todos, comenzando por los que más padecen esta situación.